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Nador, un centenario olvidado. 
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Mensaje sin leer Nador, un centenario olvidado.
90 aniversario de la heroica defensa de Nador

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"En el verano de 1921, hace ahora 80 años, se produjeron los trágicos hechos que han pasado a la Historia como el "Desastre de Annual". En aquellos aciagos días, los Guardias Civiles de la Compañía de Melilla, pertenecientes a la entonces Comandancia de Marruecos, tuvieron sus propias páginas de honor y gloria, que alcanzaron su más alta cota en la defensa de la fábrica de harinas del poblado de Nador".

Introducción.
En 1921 las principales misiones de la Guardia Civil en el Protectorado de España en Marruecos eran el mantenimiento de la seguridad pública entre la población civil, mediante el tradicional despliegue territorial de compañías, líneas y puestos ubicados en plazas y poblados, así como el de servicio de campaña, ejerciendo funciones de policía militar en los campamentos, fuertes y destacamentos del Ejército.

A raíz de la publicación de la real orden circular de la Subsecretaría del Ministerio de la Guerra de 22 de diciembre de 1920, la Comandancia de la Guardia Civil de Marruecos había quedado estructurada en 4 compañías de Infantería, con cabeceras en Ceuta, Tetuán, Melilla y Larache; 1 escuadrón de Caballería con cabecera en Ceuta y dos secciones de Caballería destacadas respectivamente en Melilla y Larache.

Desde el 1 de marzo de 1921 dicha Comandancia, cuya jefatura estaba en Ceuta, era mandaba por el teniente coronel Antonio Agulló Cappa, que había relevado al de igual empleo, Francisco Ciutat Martín. Su plantilla era de 561 hombres de Infantería y Caballería: 1 teniente coronel, 1 comandante, 6 capitanes, 14 tenientes, 6 alféreces, 4 suboficiales, 24 sargentos, 49 cabos, 18 cornetas, 6 trompetas, 29 guardias 1º, 401 guardias 2º y 2 herradores.

La Compañía de Melilla, mandada por el capitán José García Agulla, y verdadera protagonista de estas líneas, contaba con la plantilla más reducida, tan sólo 75 hombres, compuesta por dicho capitán, 2 tenientes, 1 alférez, 46 clases de tropa de Infantería (1 suboficial, 1 sargento, 3 cabos, 2 cornetas, 4 guardias 1º y 35 guardias 2º) y otras 25 de Caballería (1 sargento, 3 cabos, 1 trompeta, 2 guardias 1º y 18 guardias 2º).

El principio del "Desastre".
El año anterior se había iniciado por las fuerzas militares españolas mandadas por el general de división Manuel Fernández Silvestre, nuevo comandante general de Melilla, una penetración militar, que partiendo del río Kert, había profundizado hacia el oeste con la idea de alcanzar la bahía de Alhucemas, donde estaba enclavada la población rifeña de Axdir, centro de la conflictiva cábila de Beni-Uariagal, liderada por el cabecilla Mohamed Abd-el-Krim el-Jatabi.

El avance de las fuerzas del general Fernández Silvestre, casi sin oposición alguna, en lo que se denominaron "operaciones de policía", fue progresando hasta que a principios del mes de junio se alcanzó el valle de Amkrán, estableciéndose el grueso de dichas fuerzas expedicionarias en el llano de Annual.

Sin embargo al cruzarse el río Amkrán y establecer una posición avanzada en el monte Abarrán, territorio de la cábila de Tensaman, aquella fue violentamente atacada tan pronto se quedó un pequeño destacamento para su protección. La tragedia, todavía sin ser los españoles conscientes de ello, había comenzado.

Cuando el 16 de julio se iniciaron las primeras acciones que desembocarían en el sangriento ataque de las cábilas rebeldes lideradas por Abd-el-Krim, produciéndose en primer lugar el de la cercada posición de Igueriben y en cadena todas las demás, los diseminados puestos de la Guardia Civil pertenecientes a la compañía de Melilla, desconocían por completo lo que estaba sucediendo, siendo prácticamente abandonados a su suerte en medio de un dantesco caos.

Mientras que cerca de diez mil soldados del Ejército español eran masacrados en la mayor derrota sufrida en Marruecos y se producía una desesperada desbandada de los supervivientes así como el cerco y asedio de las pocas posiciones que pudieron resistir en los primeros momentos, los puestos aislados de la Guardia Civil, sin enlace alguno con Melilla, actuaron conforme a la angustiosa iniciativa del más caracterizado, quien además no sólo tenía la responsabilidad de la vida de sus subordinados sino también, en algunos casos, de las mujeres y niños que vivían con ellos en las casas-cuarteles.

Los comandantes de los puestos de la Guardia Civil, integrados en su mayoría por un cabo y cuatro o cinco guardias, al tener noticia del desastre militar, bien por boca de los propios supervivientes que huían en desbandada hacia Melilla o incluso por algunos nativos amigos que les advirtieron de lo que estaba sucediendo, tomaron la decisión en unos casos de replegarse sobre la citada plaza y en otros, al no darles tiempo para ello al verse desbordados por la situación y ser cercados, organizar la defensa de unas casas-cuarteles que carecían de la más mínima fortificación o replegarse sobre los campamentos militares.

El Puesto de San Juan de las Minas.
Desde el día 22 de julio, al tener confusas noticias de lo que estaba sucediendo y ver que todos los españoles huían con sus familias hacia Melilla, la fuerza del Puesto de San Juan de las Minas, compuesta por el cabo Juan Ruiz Sánchez y los guardias Cándido Puertas, Félix Quintero, Matías Labrador y Manuel Rastrojo, se había atrincherado en la azotea de la casa-cuartel. En su interior se encontraban la esposa, la hermana y las tres hijas de corta edad del primero de ellos.

Por indicación de un oficial del Ejército, el cabo Ruiz decidió al día siguiente evacuar la casa-cuartel y replegarse hasta el cercano poblado de Segangan en donde existía otro puesto del benemérito Instituto. Sin embargo cuando llegaron al mismo comprobaron que también había sido abandonado, sufriendo allí el inesperado ataque de los rifeños que les obligó a refugiarse en la casa-cuartel.

Ya para entonces la fuerza del Puesto de la Guardia Civil de Segangan, a cuyo frente se encontraba el alférez Lisardo Pérez García, se había replegado a su vez por propia iniciativa sobre el poblado de Nador, cabecera de la Línea, mandada por el teniente Ricardo Fresno Urzay .

Al llegar la noche y tras haber agotado las municiones se despojaron del correaje e inutilizaron los cerrojos de sus fusiles máuser, intentando escapar al amparo de la oscuridad y armados sólo con sus pistolas. Sin embargo, fueron sorprendidos en su intento de evasión y hechos prisioneros. Sometidos inicialmente a continuas vejaciones y maltratos, salvaron no obstante sus vidas, gracias a la mediación de unos indígenas de la cábila de Beni-Bu-lfrur, que a cambio de un precio de 125 pesetas por persona, los disfrazaron y trasladaron a Melilla a donde llegaron el 28 de julio.

La heroica defensa de Nador.
Por otro lado, al llegar a la plaza de Melilla el mismo día 21 de julio, las primeras noticias de la tragedia, se organizó inmediatamente su defensa con todas las fuerzas disponibles de la guarnición, entre las que se encontraban las de la Guardia Civil, a cuyo frente estaba el propio capitán jefe de la compañía, auxiliado por el teniente Valero Pérez Ondategui.

Durante aquellas jornadas las fuerzas de la Guardia Civil que prestaban servicio peculiar en Melilla no tuvieron un momento de descanso, siendo dedicadas al completo a controlar las entradas naturales a la plaza, y muy especialmente la procedente de Nador, abarrotada de huidos y supervivientes del holocausto.

El 24 de julio las cabilas rebeldes iniciaron el ataque a Nador, en donde la guarnición española, muy disminuida al haberse marchado el grueso a Annual, estaba bajo el mando del teniente coronel de Infantería Francisco Pardo Agudín. Sólo se habían quedado un par de secciones de Infantería pertenecientes a la Brigada Disciplinaria así como las fuerzas concentradas de varios puestos de la Línea de la Guardia Civil de Nador a cuyo frente se encontraba el ya citado teniente Fresno.

En total, incluyendo a los soldados que pudo recuperar dicho oficial de entre los que pasaban por Nador en su huida hacia Melilla y a los familiares de los militares de la guarnición y de los guardias civiles y demás personal civil, apenas llegaban a doscientos españoles los que allí se quedaron.

El teniente Fresno, en aquellos tensos y dramáticos momentos, empezó a distinguirse desde el primer instante por su temple y bizarría. De hecho cuando llegó a la estación de Nador el último tren que pudo escapar de Arruit, hizo bajar del mismo a todos los soldados que encontró, poniéndolos inmediatamente a disposición del teniente coronel Pardo para que cooperaran en las labores de defensa.

Incluso en la noche del 23 de julio, dicho teniente fue todavía reclutando para la defensa, casi a viva fuerza, a cuantas clases e individuos de tropa del Ejército que huyendo de la matanza de Annual, se encontró deambulando por las calles de Nador.

Inicialmente y dadas las escasas posibilidades de defensa del poblado, los efectivos se atrincheraron en espera del envío de los refuerzos prometidos desde la cercana plaza de Melilla en dos baluartes: la iglesia y la fábrica de harina. El alférez Lisardo Pérez, con tropa propia y parte de una sección de Infantería, fue inicialmente el encargado de la defensa de la iglesia que el teniente Fresno había ordenado ocupar y fortificar el día anterior.

El resto se atrincheró, bajo el mando del teniente coronel Pardo, en la fábrica de harina, pues era el edificio más sólido y que mejor posición defensiva y protección ofrecía. Durante los dos primeros días los rebeldes si bien tirotearon ambos reductos prefirieron dedicarse en su mayor parte a saquear y destruir las viviendas y comercios abandonados por los españoles. Desde las dos torres de la iglesia, guardias civiles y soldados fueron impotentes testigos de todo aquello.

Sin embargo, al atardecer del día 25, dado que la situación y la intensidad de los ataques se recrudecieron como consecuencia de la llegada de más fuerzas rifeñas, el teniente coronel Pardo ordenó el abandono del baluarte de la iglesia ya que se encontraba bastante separado y consideró que era mejor mantener a todos los efectivos reunidos en una única posición. Entre sus defensores se había distinguido por su certera puntería el guardia civil 1º de Caballería José Sánchez Callejón, quien había causado con su carabina máuser numerosas bajas a los rebeldes.

La evacuación de la iglesia no fue tarea fácil, costando varios heridos a sus defensores que fueron constantemente acosados por las calles. Al llegar a la fábrica de harina la situación no era mucho mejor, contabilizándose también varios muertos y heridos entre los defensores de la misma, incluido entre aquellos últimos el propio teniente Fresno que había recibido un impacto de bala en la pierna izquierda.

Por otro lado pronto surgió el problema de la escasez de víveres y municiones. Inexplicablemente el teniente coronel Pardo, antes de que se consumara el cerco de Nador por los rifeños, había ordenado que cuarenta cajas de municiones con un centenar de fusiles y la bandera de la Brigada Disciplinaria fuesen enviadas a Melilla, quedándose para la defensa sólo con ocho cajas de municiones y mandando destruir el resto. Así mismo tampoco había dispuesto un mayor acopio de víveres en previsión de que el asedio se prolongara, posiblemente confiado en el pronto auxilio prometido desde Melilla.

Actos de heroísmo.
Los rebeldes, que se habían hecho con un cañón tomado en Annual, abrieron fuego sobre el edificio, causando grandes destrozos a la vez que hacían sobre él incesante fuego de fusilería. La defensa, como reconoce el propio Juan Pando Despierto, doctor en Geografía e Historia y consumado investigador africanista en su interesantísima obra "Historia secreta de Annual", editada en 1999 por Ediciones Temas de Hoy, estaría vertebrada por el reducido núcleo de guardias civiles que fueron realmente quienes mantuvieron el verdadero espíritu de defensa y lucha.

El asedio se fue prolongando durante diez días, sin que los ansiados y prometidos refuerzos de Melilla llegaran a aparecer, pues en aquella plaza todavía tenían la prioridad de asegurar su propia defensa y esperar la llegada de más fuerzas procedentes de Ceuta y la Península para poder acudir en su ayuda y empezar a recuperar el territorio perdido.

Mientras tanto la heroica defensa de la fábrica de harina había conseguido distraer a numerosas fuerzas rifeñas que gracias a ello no fueron utilizadas para atacar Melilla, dando tiempo a que los refuerzos llegados a esa plaza pudieran ir organizándose y asegurar su defensa. No obstante el cabo de la Guardia Civil Laureano Lozano López, perteneciente al Puesto de Nador, fue enviado junto a dos soldados indígenas de Regulares a solicitar un auxilio que nunca llegó.

Entre todos los defensores destacaba muy singularmente por su valentía y continuos actos de heroicidad el guardia civil 2º Manuel Almarcha García quien posteriormente, en la orden general del Ejército de Operaciones en Marruecos de 5 de diciembre de 1921, sería propuesto para la cruz Laureada de San Fernando, si bien finalmente no le fue concedida.

Una de las principales actuaciones que motivaron dicha propuesta aconteció en la noche del 27 al 28 de julio cuando se presentó voluntario para realizar en solitario una descubierta para neutralizar una posición enemiga desde donde se les hostigaba constantemente. El guardia Almarcha, armado sólo de su fusil máuser y unas granadas de mano, cumplió con éxito su misión pudiendo regresar a la fábrica en medio de un intenso fuego de fusilería que inútilmente intentó batirle.

El final de la defensa.
El día 2 de agosto, con casi cincuenta bajas propias entre muertos y heridos, agotadas las municiones y los víveres, con el edificio en ruinas por las explosiones de las granadas y los disparos de cañón así como sin esperanza de poder recibir ya el prometido auxilio de Melilla, que distaba tan sólo quince kilómetros, el teniente coronel Pardo, para salvar la vida de los defensores, familiares y demás paisanos que se encontraban con ellos, decidió aceptar la rendición y ordenó la entrega de las armas.

Esta vez y al contrario que lo que dramáticamente acontecería en Monte Arruit una semana después, el pacto de rendición se cumplió por parte rifeña y se respetaron las vidas de los defensores. Una vez abandonado el semiderruido edificio se formó una columna con los supervivientes que con una bandera blanca al frente se dirigieron a Melilla.

Como nota curiosa apuntar que los miembros de la Guardia Civil, tras entregar sus armas largas y empezar a formar junto al resto de los defensores, pudieron conservar sus pistolas ya que formaban parte de su uniformidad y el jefe de los rifeños quiso distinguirlos como muestra de respeto y consideración que aquellos hombres les merecía.

Aquellos valientes hombres, además de los ya citados, teniente Fresno, alférez Pérez, cabo Lozano López y guardias Sánchez Callejón y Almarcha García; eran los sargentos José Blanco García, Carlos Rodríguez Expósito y Manuel Elías Gómez; los cabos Pascual Plaza Crespo y Juan Montero Montilla; los guardias 1º José Berenguer Cuadra y Joaquín González Verbena; corneta Manuel Mora Velasco; y los guardias 2º Sebastián Gutiérrez Conde, Diego Carrasco Castellón, Pío Luna González, Rafael Luna González, Manuel García Cádiz, José Gallego Illescas, Esteban López Astigarraga, Felipe Rubio Montoya, José Pastor Núñez, Miguel Rojas Pérez, Juan Macías Rubio, Gregorio Rodríguez Cid, Nazario Sagrario Rodríguez, José Jiménez López, José Muñoz Castillo, José Vico Pallarés, Mariano Domingo Hervás, Sebastián López, Pantaleón Jorge Sánchez y Pedro Bueno Ramiro.

Varios de ellos resultaron heridos de bala si bien ningún guardia civil resultó muerto durante el asedio. Las bajas mortales españolas de aquella posición fueron el comandante de Infantería Wenceslao Sahún Navarro, el teniente de Intendencia Ricardo Iglesias González, el sargento de Ingenieros Jesús Díaz Collado; el cabo Cesáreo Iglesias y los soldados de Infantería Claudio de Rosas, José Bernabé y Gregorio Escudero, así como los paisanos Manuel López Vega, José Pérez Alfonso y Juan Moreno Aragonés.

Posiblemente sin la heroica y solitaria defensa de la fábrica de harinas de Nador, en donde la Guardia Civil jugó un papel trascendental, la historia de la plaza de Melilla en aquel verano de 1921 se hubiera escrito de forma bien diferente.

La matanza del Puesto de Zeluán.
Mientras transcurría el excepcional episodio de Nador, la persecución y matanza de los soldados españoles que intentaban alcanzar la plaza de Melilla o se encontraban cercados continuaba en su pleno apogeo. Una de las endebles posiciones atacadas fue la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zeluán, cuyos defensores terminaron por replegarse sobre la alcazaba en donde se habían hecho fuertes cerca de quinientos hombres, en su mayor parte soldados huídos de otras posiciones.

El día 3 de agosto, tras diez días de heroica resistencia y haber agotado sus municiones y víveres, los componentes del Puesto de Zeluán, al igual que el resto de fuerzas del Ejército que allí se quedaron defendiéndose contra un enemigo infinitamente superior, fueron convencidas por los rifeños de que se les respetarían sus vidas y podrían marcharse a Melilla si entregaban sus armas.

El cabo Francisco Carrión Jiménez, comandante del puesto de la Guardia Civil cumplió las órdenes recibidas del jefe de las fuerzas militares defensoras españolas, el capitán de Infantería Ricardo Carrasco Egaña, quien acabó por aceptar el ofrecimiento ya que además al parecer el intermediario era un indígena conocido y de confianza.

Sin embargo esta vez, y a modo de trágica premonición de lo que pocos días después, el 9 de agosto, pasaría con las fuerzas españolas que bajo el mando del general de brigada de Caballería Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, se encontraban sitiadas en Monte Arruit, el pacto no se cumplió. Nada más abandonar la alcazaba los oficiales y sus soldados así como los guardias civiles, fueron brutalmente perseguidos, torturados, degollados y arrebatados sus uniformes antes de quemar sus cuerpos en las mayor parte de los casos.

Hasta que el 14 de octubre fue recuperada Zeluán por las fuerzas expedicionarias, yacerían a la intemperie entre más de cuatrocientos cadáveres de soldados españoles, los restos del cabo Carrión y los guardias 2º Paulo Sánchez Sáez, José Noguera Aznar, Constantino Ferrero López y Sotero Alonso Herranz.

La casualidad del destino había hecho que poco antes de los trágicos sucesos, el guardia Ferrero se hubiese incorporado al Puesto de Zeluán en sustitución del guardia Manuel García Cádiz que marchó al de Nador. Afortunadamente al inicio de los sucesos no habían en la casa-cuartel familiares ni otros civiles refugiados con ellos. Las familias del cabo y los guardias Nogueras y Alonso se habían quedado en Melilla mientras que los guardias Sánchez y Ferrero eran solteros.

Recuerdos históricos.
modo de curiosidad significar que una orden de 20 de noviembre de 1922, dimanante del Negociado 2º de la Sección 3ª de la Dirección General del benemérito Instituto, firmada por el general secretario Mariano de las Peñas y Franchi-Alfaro, publicó la relación de objetos donados al museo del Colegio Infanta María Teresa de Huérfanos de la Guardia Civil. Entre ellos se encontraba el portafusil del máuser modelo 1893 de calibre 7 mm., y un tirante del correaje del guardia 2º Constantino Ferrero López, donados por el teniente Fresno que los recogió en Zeluán.

Epílogo.
Con la llegada de refuerzos a Melilla durante las semanas y meses siguientes al "Desastre" se iniciaría la lenta reconquista de la región ocupada por los rifeños rebeldes. La Guardia Civil destacada en Melilla y la concentrada procedente de Ceuta y la Península, compuesta ésta última por 1 oficial, 1 sargento, 1 cabo, 2 cornetas y 47 guardias, acompañaría en su avance al resto de las unidades militares con la finalidad por un lado de irse asentando nuevamente en los antiguos puestos perdidos, haciéndose cargo de la seguridad publica en los territorios recuperados y por otro prestar el consabido servicio de campaña.

Las valoraciones por el comportamiento y alto prestigio de los guardias civiles que allí supieron cumplir con su deber fueron numerosas y elogiosas. Merece la pena resaltar los siguientes párrafos publicados en el diario "Heraldo de Madrid" el 31 de julio de 1922:

"Si en vez de soldados que, constreñidamente, están en filas, hubiéramos llevado Tercios de la Guardia Civil, que los componen voluntarios, con la décima parte -léase bien- con la décima parte de los soldados que se enviaron a Melilla, el general Berenguer hubiera logrado un avance rápido y la consiguiente desmoralización de las cábilas, que se envalentonaron al ver que nuestros soldados no sabían tirar y que una compañía de guerrilla no lograba hacer un solo blanco en las cercanías del grupo de moros que atacaban.

Pregúntese a cualquier general o jefe si prefiere, para combatir en Africa, disponer de 5.000 guardias civiles o que de los Cuerpos le entreguen 50.000 soldados, y dirán que aquella campaña no es de número, porque no hay terreno donde mover las fuerzas y la impedimenta es agobiante, sino que es de calidad porque se tiene eficacia, movilidad y poco peso muerto".

Agradecimientos.
Se agradece expresamente la aportación fotográfica facilitada por el Guardia Civil 1º Joaquín Sánchez Martínez, perteneciente a la Comandancia de Melilla, nieto del Guardia 1º de Caballería José Sánchez Callejón, defensor de Nador, y al insigne historiador africanista Antonio Carrasco García, de Almena Ediciones.


2013 04 06, 8:05
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Mensaje sin leer Re: La Guerra llega a Nador
Del viejo Nador

La foto adjunta representa la actual ciudad de Nador en sus inicios, a principios de 1911. En primer término pueden verse los restos del viejo Nador, el antiguo pueblo, desaparecido en 1909.

En la documentación que ha pasado por mis manos, muy parcial, evidentemente, y que se refiere a esta zona del Norte de Marruecos, no se encuentran referencias concretas sobre el antiguo Nador. Ciertamente un pueblo de tan reducidas dimensiones y sin que su historia tenga relevancia alguna, difícilmente tendrá presencia, salvo de forma muy ocasional, en libros y documentos. El propio nombre de Nador no aparece hasta fines del siglo XIX. Hasta ese momento las referencias aluden solamente a la kabila de la que forma parte, Mazuza, de forma genérica, si bien es cierto que dentro de la kabila, el poblado más importante seguramente ha sido Nador. Dentro de la documentación existente en los archivo españoles son relativamente frecuentes las alusiones a la cabila de Mazuza, pero casi siempre mirada bajo la óptica del enemigo secular de Melilla, es decir, considerando el número de combatientes a pie y a caballo con el que la plaza española podría enfrentarse en algún momento.

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El primer documento que he visto en que se anota alguna información más, aunque muy simple, es una descripción de Guelaya, de 1722, en el que aparece el siguiente párrafo: Por el Sur de Melilla, a distancia de dos leguas, están situados dos lugares, muy inmediatos uno de otro, llamados Mesujar y Fargana, que se componen entre los dos de 300 vecinos, entre los cuales pueden tomar armas 300 hombres, comprehendidos 20 caballos. Hay una referencia genérica, pues, al número de hogares, y aparece el nombre de Farhana, con lo que podemos deducir que, como en la actualidad, ambos núcleos de población concentrada eran, si no únicos, que es lo más probable, los de mayor importancia de la kabila.

Ninguna referencia más he podido encontrar con relación a estos pueblos. Hasta finales del siglo XIX, solamente siguen apareciendo, con frecuencia, datos sobre combatientes y su forma de guerrear. En la magnífica memoria que el capitán Alvear elaboró tras su estancia en Melilla en 1846, se extiende algo más sobre las kabilas de Guelaya y sus habitantes, pero sin referencias a poblados concretos, poniendo mayor énfasis en su condición de enemigas, si bien, excepcionalmente, también dedica algunos párrafos a describir el carácter y costumbres de los naturales y las producciones del país.

En 1886, y acompañando al cherif Uazani, llega por Melilla el explorador Duveyrier, procedente de Argelia; pasa por Nador, que él llama Mezudya, donde dice que vive Sidi el Hach Hadú. Se refiere, sin duda, el Hach Haddú ben Mesaud, al que Duveyrier asigna la función de cadí, cuando en realidad era el caid de Mazuza. El explorador afirmaba que “desde este elevado punto se disfruta de un hermoso panorama sobre la sebja”, la Mar Chica, que entonces estaba dividida en dos grandes charcas, puesto que desde hacía varios años la bocana estaba cerrada y no se volvería a abrir hasta el año siguiente, en 1887; de la sal procedente de las salinas formadas por la desecación los naturales hacían un lucrativo negocio. El hermoso panorama al que se refiere Duveyrier nos lleva al nombre de Nador; es decir, mirador, lugar desde se contempla un amplio panorama, que es el que se divisaba desde las llamadas Tetas o desde el monte Arbós, y que, en la misma línea, Moulièras traduce como atalaya; este autor describe, sucintamente, a Nador, como puerto de mar de 100 hogares. (Moulièras.- Le Maroc…1895).

Leo por primera vez el nombre de Nador en su Reseña general del Rif, publicada por Francisco Coello en 1894, dentro de un Boletín de la Real Sociedad Geográfica, pero ignoro de donde lo ha tomado, puesto que Coello, que pasaba por ser el más distinguido geógrafo de su tiempo, no estuvo nunca en parte alguna del Rif. Probablemente de alguna revista geográfica francesa, que extraía su información de los numerosos rifeños que acudían año tras año a la recogida de la cosecha en Argelia. Es el mismo sistema utilizado por Duveyrier o Moulièras, e incluso por aquel embaucador llamado Alberto Suárez de Lorenzana, maestro de obras en la Comandancia de Ingenieros de Melilla hacia 1889, que mandaba a la Sociedad geográfica itinerarios supuestamente seguidos por él en Marruecos (incluido el Rif) sin haber pisado nunca el país.

El marqués de Segonzac, que pasó por la zona en 1901, hizo una descripción algo más concreta de Nador. Viniendo del Sur, veía como en las laderas de los montes de Mazuza sus habitantes cultivaban los terrenos en terrazas bordeadas de muros de piedra. El pueblo se componía de casas bajas, sin ventanas y con techos planos, casas que apenas se distinguían de las rocas desprendidas de la montaña. (Segonzac.- Voyages…1903).

Más detallada es la descripción que en 1907 daba El Telegrama del Rif con datos facilitados por Gabriel Delbrel, que en aquella época se hallaba preparando su conocido libro sobre el Rif. En números posteriores el diario proporcionaba más datos sobre el poblado.

Según el diario melillense Nador estaba formado por un caserío grande y compacto, de unas 150 viviendas situadas en las laderas de las llamadas Tetas, a unos 150 metros del camino que de Zeluan conducía a Melilla, y todas ellas rodeadas de chumberas, como era habitual en todo el Rif. Eran unas viviendas primitivas, de paredes desiguales formadas por piedras unidas con una mezcla de barro y cal.

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Nador 1909

Al poblado había sufrido el saqueo de los partidarios del Roghi en dos ocasiones, en los años 1903 y 1905, y se veían muchas casas abandonadas; antes de comenzar la campaña de 1909, se estimaba que al menos dos terceras partes estaban deshabitadas, viviendo en ellas numerosos mendigos, en su mayor parte mujeres ciegas que pedían limosna en la carretera general. La población de Mazuza se estimaba en unas 7.000 almas, siendo Nador la población principal.

Por Manuel Becerra (Notas referentes…1909), en las cercanías del pueblo, tanto e las terrazas mencionadas como en las llamadas Huertas del Fid, en el llano, se cultivaba la cebada, con cuyo cereal se confeccionaba el pan, base de la alimentación del los naturales, y se hallaban árboles como olivos e higueras. Todas las huertas disponían de abundante agua, que se extraía de los pozos existentes en la mayoría de las fincas.

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Tanto Nador como la zona circundante fueron abandonados en agosto de 1909, en plena campaña militar. Cuando las tropas entraron en el poblado, el 25 de septiembre siguiente terminaron de destruir lo poco que quedaba indemne, para evitar que el enemigo se atrincherara en las viviendas. Solo permaneció casi intacta, algo dañada por los impacto de la artillería, la mezquita del poblado, un edificio conocido como Yamaa al Baida, por el color blanco de sus paredes, edificio religioso que tenía la rara particularidad de no tener alminar, y que puede verse en una de las fotografías que acompañan al texto. La destrucción del poblado fue muy criticada por la mayoría de los jefes y oficiales presentes en la zona, tal como asegura el norteamericano Ashmead-Bartlett, presente en el lugar y espectador de los hechos. Por cierto que el corresponsal americano calificaba a Nador como “poblado muy bonito, amplio y disperso, densamente cubierto de chumberas”.

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Nador 1909

Terminada la campaña, y establecido en el lugar un campamento español, el pueblo antiguo quedó abandonado, el zoco tradicional, que se hallaba en las cercanías fue trasladado al pie del Arbós, y sobre el llano inmediato a la Mar Chico se fundó la actual ciudad de Nador, con proyecto del comandante de Ingenieros Luis Andrade Roca, cuyas primeros edificios pueden verse en la fotografía mencionada al principio


Publicado por Rifito 16/12/10


2013 04 06, 8:42
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Mensaje sin leer Nador, un centenario olvidado.
Nador, un centenario olvidado.

Los restos del antiguo ferrocarril que unía Melilla y Nador ya no existen. Atrás queda la bulliciosa frontera de Beni Enzar con su enjambre de porteadores, punto de paso inevitable para aquel que quiera adentrarse en la vecina ciudad. Una buena ruta es seguir el trazado del tren del mineral que uniera en tiempos la ciudad con las minas de Uixan.

Nador quedaba a medio camino, parada y fonda para muchos, apeadero para otros y fin de trayecto para un centenario que muchos no han tenido en cuenta en este año de celebraciones. En 1909 se hicieron muchas cosas, entre ellas continuar las obras del ferrocarril que enlazaría Melilla con las fabulosas minas de hierro, pronto agotadas. También la construcción de las primeras edificaciones en una pequeña explanada frente a la Mar Chica, un simple aduar en las faldas del Gurugú, más conocido como Nador.

Las viejas vías del tren ya no existen, recuerdo para nostálgicos, aquellos que vieron entrar los vagones cargados de mineral por última vez en Melilla. Ahora están siendo sustituídas, casi un siglo después por el nuevo ferrocarril que unirá Nador con Taurirt.

Y es que esta ciudad costera, fundada en 1909 quiere abrirse paso con rapidez en el siglo XXI. La vecina ciudad parece que comienza a desperezarse de un sueño, un letargo en la que ha estado sumida desde hace tiempo.

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La iglesia parroquial de Nador, testigo de un siglo de historia en esta ciudad.

Ciertamente no fue fácil el nacimiento de esta villa. La guerra, una vez más, será determinante en su surgimiento. Un campamento militar tendrá la culpa. El interés en penetrar en un territorio indómito también. Desde 1908 España comienza la penetración colonial en unos territorios poco agraciados, consecuencia de los tratados franco-británicos de 1904, más tarde corroborados en la ciudad del estrecho, Algeciras, en 1912. Antes de ello surgió el interés por explorar el territorio y explotar la minas de hierro de Uixan, sueño imposible de una estrategia colonial que tardará en dar sus frutos, si es que alguna vez lo hizo. En 1908 comienza la construcción del ferrocarril, trabajo que se extenderá hasta 1914 aproximadamente. Todo parecía prometedor y en diciembre de 1909 surge el primer proyecto urbano para la futura ciudad de Nador, 96 manzanas rectangulares donde hoy en día es imposible encontrar un aparcamiento, y donde es preferible no circular los días de lluvia. La furia del agua hace intransitables las calles y los peatones deben hacer un trabajo sobrehumano para sortear los bordillos de las aceras, demasiado altos para lo acostumbrado. Vivir en el nivel del mar tiene unos riesgos.

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El Club Maritimo.

Tras los primeros asentamientos militares y civiles llegará el turno de los Regulares, pues se construirá un cuartel en la entrada del pueblo, decrépito hoy en día, fruto del abandono, miseria y desidia que adorna la ciudad por todas partes. Es un querer y no poder. El tiempo pasa lentamente en esta ciudad, capital del Rif, territorio inóspito, reseco por el incesante sol que tortura a los viandantes en las pegajosas mañanas del verano.

Aquel verano de 1921 las cosas se torcieron entre los sueños de los habitantes de Nador. Los más afortunados huyeron a Melilla, los menos dieron con sus huesos entre aquel pedregal. Entre actos heroicos, como los protagonizados por la Guardia Civil en la fábrica de harina, la ciudad comenzó un lento despertar a partir de la pacificación del territorio. Comienza a crecer Nador. La cuadrícula se hace grande y surgen los primeros jardines, algunos de ellos presentes en los paseos de los nadorenses en las aburridas tardes de semana. Los cafetines inundan el paseo central mientras el incesante tráfico hace imposible la circulación. Té con hierbabuena y la contemplación de los viandantes se convierten en el entretenimiento favorito entre quienes se agolpan en los cafés, buscando una sombra que refresque el ambiente. Nador fue el primer poblado civil trazado por la administración española en Marruecos, honroso título para una ciudad que ha sufrido el abandono de la administración marroquí. Curiosamente también fue la última ciudad del antiguo Protectorado que fue objeto de un plan urbano, ya imposible, pues España salió del territorio en 1956, fin de trayecto.

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Casa Parres

Volvemos al tren y a la interminable obra que parte en dos los suburbios nadorenses. Aquí no termina la vía pues esta llega hasta Beni Enzar. De la antigua estación de ferrocarril ni buscarla, acabó entre montañas de escombros hace tiempo. El tiempo pareció detenerse en los años cincuenta del pasado siglo en esta ciudad

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Un ilustre escritor, paul Bowles la recuerda en uno de sus escritos, ‘Cabezas verdes, manos azules’. Una ciudad decrépita, triste y sucia. Mal ambiente, algunas fondas y algún español, de los últimos que decidieron quedarse ahí con sus negocios. Color gris para una ciudad que nació con el ánimo de prosperar y que el tiempo convirtió en capital de una provincia, mirando de reojo hacia Melilla, oculta tras las últimas colinas del Gurugú en su aproximación al mar. No se vé pero está ahí, en la mente de todos los nadorenses.

A partir de entonces llegará la etapa de la inmigración del campo a la ciudad. Nador crece, con sus zocos de barrio, sus calles sin asfaltar y el caos urbanístico, mitigado en parte con la construcción de tres grandes avenidas que parten la ciudad en varios pedazos, desconectados unos de otros. Sólo queda la vieja ciudad española de cuyo recuerdo perviven algunos edificios.

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No es mucho pero el paseante puede percibir el pálpito de Nador, de forma mucho más intensa que en otras zonas de la villa. Villa Nador termina en un paseo al lado del mar. El viejo club marítimo vigila de cerca a los viandantes, proa al infinito, sin un rumbo fijo que permita delimitar sus contornos. El 2010 se anuncia prometedor para la villa. Atrás quedaron los malos tiempos, los años ochenta del siglo pasado, tiempos revueltos, de protestas y revoluciones, de miseria y falta de pan. La revuelta dejó algunos sin nombre en la cuneta, cerca del viejo aeropuerto, en Tauima. De él ya no queda nada, tan sólo la torre de control, escondida entre las casas de los arrabales.

Ya nada importa y sólo el futuro recoge las aspiraciones de los nadorenses. El tren está al llegar y nadie quiere perderlo. El nuevo siglo pretende alumbrar una ciudad distinta aunque hay cosas que no cambiarán, como la vieja iglesia parroquial, testigo incólume de un siglo de alegrías y desdichas. Pero sobre todo de esperanzas, las que lleva reclamando villa Nador desde hace mucho tiempo. Que así sea.

Publicado por Rifito 6/11/10


2013 04 06, 8:43
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Mensaje sin leer Re: Nador, un centenario olvidado.
Episodio de la Fábrica de Harinas: 1921, asediados en Nador.

En el transcurso de la Guerra del Rif (1919-1926) entre España y Ab El Krim se produjo un episodio relacionado con una fábrica de harinas, nuevamente testigo de la Historia.

Tras los sucesos de Abarrán, en Nador llegaron noticias de un posible ataque por parte de las fuerzas rifeñas. Ante la amenaza, entre el 21 y el 23 de julio de 1921 el teniente coronel de Nador, Francisco Pardo Agudín, pidió evacuar a los hospitalizados, pero se le prometieron refuerzos, que nunca llegarían.

Ante el avance del enemigo y la imposibilidad de contenerle en la salida hacia Segangan, el 24 de julio el teniente coronel y el capitán de la policía de Nador ordenaron que las fuerzas existentes en la plaza se refugiasen en la fábrica de harinas y se hiciesen fuertes en ella, llevando para ello parte de las municiones que había en el almacén y municiones de boca.

El edificio de la fábrica de harinas y electricidad era, junto a la iglesia, el único emplazamiento que ofrecía garantías de defensa ante un posible ataque. Según el testimonio del testigo Juan Almeida Vizcarrondo, el fuego del enemigo comenzó como a las nueve menos cuarto de la mañana. Debido a ello se imposibilitó la continuación del transporte de armamento a la fábrica de harinas, por lo que las municiones y el armamento que quedaban en el almacén fueron quemadas, según orden del comandante de armamento.

Dentro de la harinera, la Comandancia General distribuyó el jefe la fuerza en tres grupos, cada uno en un piso de la fábrica de harinas:

Planta baja: al comandante Juan Almeida Vizcarrondo
Primer piso: a uno de los capitanes
Segundo piso: al comandante Wenceslao Sahún
Las fuerzas que defendían la fábrica de harinas se componían de Guardias Civiles, Ceriñola, Brigada, regulares de varios cuerpos y paisanos. En esta disposición, y siendo tiroteados por el enemigo constantemente, permanecieron diez días sosteniéndose con harina de cebada sin cribar, trigo tostado, ajos asados y agua salobre.

En el interior de la harinera se encontraban un total de 191 personas: 184 combatientes, 3 policías marroquíes prisioneros, 2 mujeres y 2 niños.

A los dos o tres días de estar en la fábrica el enemigo presentó una bandera blanca, aconsejándoles la rendición, pero no la aceptaron. Así sucedió en otras ocasiones, una de las cuales (día 26) al dejar una cajetilla de tabaco salieron a por ella un teniente y un paisano que fueron ametrallados, muriendo en el acto.

El 27 de julio los rifeños detonaron una carga y abrieron un butrón en los muros de la harinera, por el que consiguieron entrar. Se produjo un cuerpo a cuerpo con bayonetas caladas, tomando prisioneros a algunos. El 28 los apostados en la torre de la iglesia se refugian en la fábrica de harinas, pero un guardia civil fue apresado y asesinado.

Finalmente, el 2 de agosto de 1921 los rifeños aceptaron la rendición de los españoles tras 10 días de resistencia, agotados los viveres y municiones.

No pudieron resistir por más tiempo. Se les había terminado la harina de cebada, único sustento. El olor era insoportable por la descomposición de los cadáveres y estar convertida la fábrica en una auténtica letrina. Además, el edificio estaba enormemente debilitado al haber sido cañoneados por el enemigo con diez impactos de artillería procedentes de Ihajen. Lo peor era la falta de agua, que obligaba a los soldados a beber su propio orín.

“La guarnición estaba extenuada por falta de alimento y de descanso, había perdido la moral, pues, fuera parte de la Guardia civil, los Regulares y guarnición del poblado, el resto era gente advenediza recogida en la fuga de las posiciones del interior. No era posible a su juicio hacer mayor defensa, atendido a la falta de condiciones de la casa donde se albergaban y al fuego de artillería del enemigo. Por tanto, considera cumplidas así las Órdenes generales para oficiales, como las particulares para el caso y salvado el honor de las Armas” según Almeida Vizcarrondo.

Entonces, el jefe de los asaltantes, Hamed-Ben Hamed, les hizo saber que o capitulaban o causaría una masacre pues disponía de más de tres mil moros armados y cuatro piezas de artillería. El plazo terminaría a las dos de la tarde. Tras esa hora cañonearía la fábrica y no daría cuartel.

Negoció con él el comandante Juan Almeida Vizcarrondo que intentó sacar libres de la capitulación algunos fusiles, pero al no poder lograrlo le propuso a Ben Hamed que permitiese salir a los oficiales con sus pistolas y acompañados por seis u ocho moros sin armamento, a lo que accedió. Comunicado este trato al teniente coronel y a los oficiales que estaban en la fábrica de harinas, se procedió a votación, siendo aceptada por unanimidad.

En su declaración posterior, Almeida Vizcarrondo no recordó las órdenes que recibió durante el asedio del jefe del Alto Comisario, pero sí puede puntualizar que recibieron dos o tres telefonemas, unos de felicitación, otros de aguardar dos días y otro de resistir seis o siete días, que tardarían en llegar socorros. También que les telegrafiaron que irían moros con víveres, para que a una señal convenida se les dejase entrar, aunque el teniente coronel contestó que dicha acción era peligrosa por la dificultad de reconocerlos por la noche y distinguirlos de un asalto a la posición.

Tras la rendición los asaltantes respetaron el pacto y no masacraron a los resistentes como había sucedido en episodios pasados de esta misma guerra (Monte Arruit). La evacuación se efectuó en la forma pactada, dirigiéndose la fuerza al Atalayón, llevando sus enfermos y heridos. Los marroquíes se apropiaron de unos 150 fusiles, la mayor parte inutilizados, y unos 3.000 cartuchos.

En la defensa, los resistentes tuvieron diez bajas y unos 50 heridos y contusos. Los cadáveres no fueron trasladados. Se intentó hacer un cementerio en la cuadra de la fábrica de harinas, pero el suelo era de piedra y no se pudo picar, por lo que se decidió incinerar a los muertos con petróleo.

La falta de asistencia médica en el interior de la harinera fue el causante de algunas muertes y un motivo más para la rendición. Sólo tenían un cabo practicante y las dos mujeres que actuaron como enfermeras. Con unos botiquines sin morfina poco podían hacer.

Por todo lo relatado con anterioridad, a los supervivientes de la fábrica de harinas se les denominó “los héroes de Nador”. Se propuso otorgarles la Cruz Laureada de San Fernando, pero finalmente no la recibieron por haberse rendido. En la iglesia de Santiago el Mayor de Nador se expusieron varios azulejos manchados de sangre de los defensores de la fábrica de harinas.

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Recopilatorio de algunos nombres de los resistentes :

Juan Almeida Vizcarrondo (Brigada Disciplinaria, comandante de infantería)

Ismael Muñoz (Brigada Disciplinaria, soldado)

Mohamed-Hasen (Regular, oficial)

Pantaleón Jorge Sáez (Guardia Civil)

Laureano Lozano (Guardia Civil, muerto)

Antonio Simón Fernández Ortiz (Guardia Civil)

Juan Ruiz (Guardia Civil, cabo)

Almarcha (Guardia Civil)

Callejón (Guardia Civil)

Los esposos Salvador Castillejos (Guardia Civil, muerto) y Lucrecia (23 años), junto a su hijo Wenceslao (5 años).

María Soledad, esposa del cabo “Alcachofa”

Soler (soldado)

Perea (soldado, muerto)

Adelaido (sargento)

Wenceslao Sahún (comandante, muerto)

Rodrigo (teniente)


Situados inicialmente en la torre de la iglesia de los Franciscanos de Nador (entrada desde Melilla):

Francisco Pardo Agudín (teniente coronel de infantería)

Ricardo Fresno Urzay (Guardia Civil, teniente, jefe de línea de Nador)

Lisardo Pérez (Guardia Civil, alférez, comandante del puesto de Segangan)

José Sánchez (Guardia Civil, tirador)

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Fábrica de Harinas: 1921


2013 04 06, 8:46
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EL POBLADO DE NADOR MUY POCO ANTES DE SER ATACADO
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RECONQUISTA DE LA FABRICA DE HARINAS DE NADOR

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2013 04 17, 6:55
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El 19 de julio de 1922 se rindió un homenaje a los muertos en 1921 en la defensa de la fábrica de harinas de Nador, inaugurando un pequeño obelisco en la parte central del patio.
Ese mismo día, en la calla Álvarez Cabrera del mismo poblado, se rindió igualmente un homenaje a los 32 civiles muertos encontrados en la habitación de una casa cercana, en una de cuyas paredes se hallaron, escritas sobre la pared, unas palabras que produjeron gran impresión en aquellos dramáticos días.
Sobre la tumba que guardaba los restos, la Brigada Disciplinaria y Cándido Lobera depositaron sendas coronas, y las damas de la Cruz Roja la regaron con flores, momento que recoge la foto de Lázaro

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Todos los 1 de noviembre, la gente ponía velas y palmatorias sobre la acera, y la llamaban "la acera de los muertos". Por situarnos, saliendo del zoco antiguo, la primera manzana a la derecha en la calle Álvarez Cabrera, hoy, "sháreaa" Ibn Sina.

Comentarios de:
Francisco Saro Gandarillas y Severiano Gil Ruiz


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Dos vistas de la fabrica de harina de Nador


2014 10 31, 8:44
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Nador en la reconquista
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Nador tras el desastre


2015 05 21, 1:24
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Nador 1909
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Nador 1923


2015 05 27, 12:01
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El poblado de Nador muy poco antes de ser atacado por los rifeños.
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Nador, día de la ocupación, 17.09.1921. La 2ª Caseta.
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1921 "Defensa de la carretera de Nador a Tauima".


2015 07 19, 1:19
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En la pared de una casa de la calle Álvarez Cabrera, el botero de Nador dejó escrito este texto: "En esta habitación estamos 32 hombres,
mujeres y niños, sin comer ni beber. Vamos a morir quemados vivos. Hermanos españoles, vengadnos. Pedro, el botero de Nador, natural
de Málaga". Los restos fueron enterrados , el mismo día en que se rindió un homenajea los héroes de la fábrica de Nador, en una tumba
improvisada en la misma calle, restos que más tarde fueron llevados al cementerio de Melilla, ciudad en la que toda la población conocía
el hecho mencionado.

De "HISTORIA SECRETA DE ANNUAL", de Pando: "Los españoles fueron con ganas de revancha. Por algo se llamó campaña del desquite a
aquel apasionado empeño bélico. Lo que hallaron sólo les dejó fuerzas para llorar. Las tropas se dispersaron y razziaron (saquearon y destruyeron)
huertas y casas. De la requemada y silente población diría Corrochano que «tiene olor de cadáver y de incendio». Hubo que enterrar despojos
hasta sumar setenta y un cuerpos. Y aunque aparecieron ocho supervivientes —casi moribundos,escondidos en el fondo de un aljibe hediondo—
, jamás pudo enterrarse la memoria de lo sucedido en Nador.
El espanto El espanto surgió en la llamada Casa del Matadero, donde habían sido torturados numerosos colonos. La visión de aquel lugar llevaba
la alucinación y el vómito al ánimo más templado: la sangre salpicaba suelos, rincones y muros, agrupándose en panzudos y costrosos charcos,
cubiertos de insectos; los cuerpos, torturados hasta extremos imposibles, eran restos irreconocibles. Pero lo que sobrecogió a todos fue
un mensaje grabado en la pared:
«Si alguno entrara en este cuarto, sepa que aquí hemos sido quemados treinta hombres y dos mujeres. Llevamos cinco días sin comer ni beber
y nos han hecho mil perrerías. Hermanos españoles, defendernos y pedir a Dios por nuestras almas. Yo, Juan, el Botero de Nador, natural de Málaga.»
Borrás detallará el consternado desfile de los soldados españoles por este antro de las peores vilezas, mudos muchos, jurando otros vengarse ante
el martirio de Juan, el Botero de Nador, y todos los como él allí inmolados."


2015 09 15, 12:57
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Una de las piezas de artillería de la columna del general Sanjurjo disparando sobre el enemigo,
que se resistía tenazmente, para facilitar á nuestras tropas el asalto al poblado de Nador, que se
efectuó con gran brillantez haciendo huir á los moros.


2016 06 04, 6:42
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MELILLA. LA OCUPACION DE NADOR ESTADO EN QUE HALLARON NUESTRAS TROPAS LA ESTACIÓN
DE NADOR AL ENTRAR EN LA POBLACION. Fecha: 01/09/1921. Autor: José Zegri.

Ricardo Martinez Martinez


2016 08 06, 1:37
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Nador 1926
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Nador los años 20 al fondo la fabrica de arinas
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Antiguo cuartel de regulares en Nador.


2017 05 18, 10:43
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Tal día como hoy, de 1921, las fuerzas españolas retoman la ciudad de Nador, caída en manos
de los rifeños tras el Desastre de Annual en julio de ese mismo año. El Regimiento Farnesio
participa en la operación, integrado en la columna "Berenguer".


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2017 09 17, 12:46
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Fabrica de Harinas de Nador tras la reconquista.

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2018 01 02, 2:29
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El abanderado de las fuerzas Regulares que han tomado parte en las operaciones
para la toma de Nador. En segundo término se ve al general Berenguer, a caballo,
dando instrucciones a uno de los jefes para el avance.
Foto Alfonso Periódico "La Esfera" BNE


2018 01 13, 3:22
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Reconquista de Nador.

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Fotos Pepe Campúa, periódico "La Esfera" BNE


2018 01 24, 1:19
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Monumento a los Defensores de la Fábrica de Harinas de Nador.


2018 03 04, 8:49
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Alrededores de Nador


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