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Breve Historia de la Mili
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 Breve Historia de la Mili
Antiguamente, los ejércitos eran de leva mercenaria. Se reclutaban los soldados por el tiempo exacto que duraban las guerras. Escogían normalmente a vagos, mendigos y marginados. Una vez terminadas las batallas, volvían a sus lugares de origen. Generalmente regresaban con el botín que habían expoliado en los asaltos de las poblaciones, además del sueldo, paga o "soldada" con que fueran contratados. La Oficialidad en esos tiempos estaba casi monopolizada por la nobleza.
Durante la Revolución Francesa (1.793) se empezó a hablar de “el pueblo en armas”, "l´armée national et le peuple sur les armes". Surgió la doctrina de que "todo ciudadano ha de ser soldado y todo soldado ciudadano", "le soldat citoyen" (Ley de Jourdan-1.798). Fue la fecha de inicio del Servicio Militar en la historia de las naciones que copiaron todas del modelo francés y años después también del modelo prusiano.
En España, aunque en 1.704 la dinastía de Borbón introdujo el sistema de reclutamiento forzoso, fue el 3 de noviembre de 1.770 cuando el rey Carlos III dictó una Ordenanza en la que uno de cada cinco jóvenes en edad militar (las Quintas), entre los 18 y los 40 años, mediante sorteo, tendrían que incorporarse cada año al Ejército. Sus nombres se extraían del padrón de mozos que formaban el censo militar. Ir a la mili era "servir al Rey".
Las condiciones que se exigían para la recluta en tiempos de Carlos III
1. Enganche por 15 años mínimo (educando 6)
2. Edad mínima 16 años en tiempo de paz (educandos 10) y 18 en tiempo de guerra. Edad máxima 40 años.
3. Ser Católico Apostólico Romano.
4. Medir 5 pies de estatura mínima (1 m. 40 cm.)
5. No ser de lo que entonces se denominaba extracción infame: mulato, gitano, verdugo, o carnicero.
A partir del año 1.812, con la Constitución liberal se impuso ya el reclutamiento para todos aunque todavía no abarcaba al conjunto del país. El soldado del Rey era el soldado de la Nación, convirtiendo el Servicio Militar Obligatorio en un deber constitucional. Cada Quinta (grupo de personas nacidas en un mismo año) era reemplazada por otra al finalizar su servicio. De ahí la palabra "reemplazo". Con la vuelta del régimen conservador se instituyó una ley clasista llamada de Redención y Sustitución, que permitía la aceptación de sustitutos y la exención total o parcial, proporcionalmente a la cantidad de dinero que se pagara al Estado, entre 2.000 y 6.000 reales. Los hijos de las clases altas quedaban exentos o pagaban a otros de condición más humilde para que les sustituyeran en la mili o en la guerra, como sucedía al final del Siglo XIX en los conflictos de África, Cuba y Filipinas. Había compañías privadas de seguros que se encargaban de gestionar estos pagos. En una palabra: una enorme injusticia pues iban a la guerra sólo los pobres. Las familias humildes se arruinaban tratando de pagar un dinero para evitar que sus hijos fueran a combatir. En el pueblo extremeño de Arroyomolinos de Montánchez una "copla de quintos" así lo describía:
"Si te toca te jodes que te tienes que ir que tu madre no tiene dos mil reales pá ti, a la guerra del moro a que luches por mi".
Aún así, a lo largo del siglo XIX, los reglamentos de reclutamiento cambiaban constantemente, dependiendo de cada gobierno de turno. En Navarra, País Vasco y Cataluña el reclutamiento era voluntario todavía. Durante la I República Española (Ley de 1.873) se abolió el Servicio Militar Obligatorio, dejando un ejército retribuído de voluntarios de entre los 19 a 40 años de edad y una ley de movilización de reservistas para caso de guerra (Decreto: 7 Enero de 1.874), hasta la Constitución de 1.876 en que volvió a implantarse la obligatoriedad en toda España. La Ley Constitutiva del Ejército de 1878 proclama solemnemente el reclutamiento nacional, pero se mantienen las «sustituciones» y «redenciones en metálico» en el Reglamento de Reclutamiento de 1885.La mili duraba en aquella época ¡¡¡ ocho años !!! Cuatro años de servicio activo y otros cuatro de reserva. A pesar de todo ello hubo soldados de reemplazo que fueron héroes.
En el Reglamento de Reclutamiento y Reemplazo de primeros del Siglo XX se abolieron los sistemas de Quintas implantándose uno nuevo en el cual seguía habiendo injusticias. Incluía de nuevo la modalidad de "Redención a Metálico y Sustitución". Los hijos de nobles y clases pudientes pagaban al Estado para no ir a la guerra. Eran los llamados “soldados de cuota” y era la época de la guerra de Africa. Se libraban de la mili o pagaban a otros para que se la hiciese. Esto causó a veces graves incidentes como ocurrió con la llamada “Semana Trágica de Barcelona”: una sublevación de la población catalana el 26 de julio de 1.909 que no aceptaba que sus hijos murieran impunemente en la guerra de Marruecos, la mayoría de ellos reservistas que ya habían hecho la mili. Esta sublevación produjo más de 100 muertos. El 27 de julio del mismo año, empiezan a llegar a la Península las tristes noticias de la masacre ocurrida en dicho día en las proximidades de Melilla; cuando dos Batallones de la Brigada de Cazadores, al mando directo del general don Guillermo Pintos, se adentraron por una de las vaguadas del monte Gurugú, conocida como el Barranco del Lobo, siendo atrapados entre dos fuegos por los moros (rifeños) que ocupaban las alturas, saldándose la operación con cientos de cadáveres, entre ellos el del propio general jefe de la Brigada. Estos sucesos incrementaron las protestas en muchos puntos de España.
La situación injusta creada por este tipo de reclutamiento se arregló parcialmente con el Reglamento de 19 de Enero de 1.912 y la Ley de Bases del Servicio Militar, la figura del "soldado de cuota" seguía existiendo pero no eximía de la mili sino que como mucho la reducía en el tiempo. Podía elegir la Unidad militar en donde servir y corría a su cargo el vestuario y el equipo. La cuota a pagar según los casos variaba entre 1.500 y 5.000 pesetas. Mucho dinero para aquellos tiempos. El "soldado de cuota" se mantuvo durante la II República hasta 1.936 y desapareció con la ley de Reclutamiento del año 1.940 al iniciarse el régimen del general Franco.
El protocolo para reclutar ciudadanos era más o menos como sigue: al cumplir los 19 años de edad se afiliaban en el ayuntamiento correspondiente a su localidad de nacimiento. Si superaban la talla mínima y no alegaban impedimento físico quedaban declarados “aptos para el servicio”. La incorporación, después de un "sorteo de reclutas", se hacía al año siguiente de entrar en la Caja de Reclutas de su provincia. Con la certeza de ser destinados casi siempre fuera de su región de residencia, o lo que era peor, ir a servir a Ceuta, Melilla o el Sahara. A pesar de todo ello, en los pueblos se organizaban fiestas, las "Fiestas de Quintos" con los mozos que se iban a la mili.
Como es obvio, durante la Guerra Civil (1.936-1.939) se movilizaron innumerables quintas forzosas en ambos bandos (1), incluso la "Quinta del Biberón" denominada así por la escasa edad de sus componentes (16 a 18 años). Sin embargo de poco les sirvió ya que, después de la guerra, muchos tuvieron que volver a hacer el servicio militar y los vencidos que estaban en campos de concentración (como los de Madrid, Miranda de Ebro, Reus, etc.) y que no fueron a la cárcel, lo hacían en batallones disciplinarios durante 24 meses.
La mili, con la Ley de 8 de Agosto de 1.940 se hizo más justa y universal. Hasta bien entrada la posguerra duraba dos años. Al inicio de los años 50 del siglo XX la mili se fue “suavizando” poco a poco. Los hijos de viuda o los que eran responsables del sustento familiar quedaban exentos. Igualmente los trabajadores de sectores estratégicos de interés nacional: minería, energía eléctrica, etc... Los universitarios podían optar por pedir prórrogas de estudios, lo que les ocasionaba hacer la mili casi con 25 años de edad. Estos últimos también podían elegir la Milicia Universitaria, una mili de varios años repartida en dos períodos de tres meses de Campamentos y Academias, con la posibilidad de alcanzar los grados de sargento o alférez, haciendo un último tramo de 6 meses de prácticas en un cuartel. En los años 60 se promulgó la última Ley 55/1968, cuyo título era «Ley General del Servicio Militar.La mili duraba 16 meses yendo de reemplazo, sin embargo, se podía ir voluntario antes de la edad reglamentaria, firmando por 20 meses. Esto último tenía la ventaja de elegir la unidad militar en donde hacerla.
Con la aparición de los movimientos pacifistas e insumisos se fueron promulgando leyes de exención de diversos tipos, como la Ley de Objeción de Conciencia, B. O. de las Cortes» del 1 de diciembre de 1983, Prestación Social sustitutoria, etc... y así hasta el 31 de Diciembre de 2.001 (Real Decreto 247/2.001) en que se suspendió la mili (no se suprimió) para ser reemplazada progresivamente por el actual Ejército Profesional.
DURACIÓN DEL SERVICIO MILITAR A TRAVÉS DE LOS AÑOS:
1800 - 8 años 1821 - 6 años 1837 - 8 años 1867 - 4 años 1881 - 3 años 1912 - 3 años 1924 - 2 años 1930 - 1 año 1943 - 2 años 1968 - 18 meses 1984 - 1 año 1991 - 9 meses
La mili fue siempre polémica. Para unos suponía un “cambio de aires”, aprender a leer y a escribir (2), sacarse el carnet de conducir automóviles y otros tipos de formación, conocer mundo y relacionarse con gente de otras regiones del país. A otros le ocasionaba un verdadero quebradero de cabeza. Se les partía la vida, perdían el trabajo o los estudios. La movilidad geográfica producía penosos gastos a las familias… Y eso sin mencionar los innumerables accidentes en cuarteles y campos de maniobras, muchos de ellos mortales. Para intentar reparar en parte algunos de estos factores negativos hay en la actualidad proposiciones no de Ley para indemnizar a las familias que sufrieron esos referidos accidentes e incluso para reconocer como tiempo cotizado a la Seguridad Social el tiempo transcurrido en la mili. (1) Durante toda la guerra la República movilizó 27 reemplazos, desde el del año 1941 al del 1915 y los nacionales 14, desde el del año 1939 al del 1926. El número de hombres que lucharon en cada bando fueron: 1.260.000 los nacionales y 1.750.000 los republicanos, sin contar los extranjeros de ambos bandos. (Salas Larrazábal, "Los datos exactos de la Guerra Civil", Madrid, Drácena, 1980, p. 288).
(2) Entre 1.940 y 1.986 un millón de soldados fueron alfabetizados y medio millón completaron el ciclo de enseñanza primaria. 900.000 soldados se beneficiaron de los cursos de Formación Profesional entre 1.940 y 1.975. Entre 1.940 y 1.975, 400.000 soldados obtuvieron el carnet de conducir para vehículos ligeros y 200.000 para vehículos pesados. Salieron de la mili durante el mismo período 100.000 mecánicos de automóvil y 25.000 especialistas en electrónica y electricidad. Y en los cursos militares de Promoción Profesional Obrera (PPO) se diplomaron 150.000 obreros especializados. (Fuente: Ministerio de Defensa).
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2011 11 26, 3:26 |
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Bona
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Proposiciones no de Ley
RENOVACIÓN DE JURA DE BANDERA Y CONDICIÓN DE RESERVISTA VOLUNTARIO HONORÍFICO
Está contemplada esa posibilidad, según la Ley de la Carrera Militar de 13 de Noviembre de 2.007, que dice en uno de sus párrafos:
“…Disposición final décima. Juramento o promesa de los españoles ante la Bandera de España. 1. Los españoles que lo soliciten podrán manifestar su compromiso con la defensa de España, prestando el juramento o promesa ante la Bandera, con la siguiente fórmula: «¡Españoles! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey, y si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?» A lo que contestarán: «¡Sí, lo hacemos!» 2. El acto de juramento o promesa ante la Bandera se celebrará de forma similar a la establecida en el artículo 7. (Es decir, en acto público de máxima solemnidad) 3. El Ministerio de Defensa establecerá el procedimiento para solicitar y ejercer este derecho…”
También puedes solicitar la condición de “Reservista Voluntario Honorífico” que no es más que un diploma, sin más implicaciones personales. Está contemplado en la misma ley anterior:
“…Disposición transitoria undécima. Reservistas. 3. Los españoles que habiendo realizado el servicio militar obligatorio en cualquiera de sus formas y que a la entrada en vigor de esta ley superen los cuarenta años de edad podrán solicitar la consideración de reservistas voluntarios honoríficos…”
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Todo esto se solicita y te pueden informar con más detalle en las Subdelegaciones de Defensa que hay en las distintas provincias de España.
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2011 11 26, 3:31 |
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Bona
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
El tiempo de mili contará para cobrar la pensión en la jubilación anticipada
El Congreso de los Diputados aprobó hoy una enmienda de Izquierda Unida a la Ley de Medidas en Materia de Seguridad Social para que se tenga en cuenta la prestación del servicio militar o de la prestación social sustitutoria a efectos del cómputo de los años cotizados a la Seguridad Social de cara a la jubilación anticipada.
Esta futura ley prevé que una de las vías para alcanzar la jubilación anticipada sea haber cotizado 30 años a la Seguridad Social. Para hacer estas cuentas se podrá sumar el tiempo de la mili o de la prestación social sustitutoria hasta un período máximo de un año. Esta enmienda, que finalmente ha sido acordada con otros grupos de la Cámara, ha salido adelante en el seno de la ponencia de la Comisión de Trabajo que estudia este proyecto de ley.
(21 de Junio de 2.007- de la Prensa) PROPOSICIONES NO DE LEY (COMISION DE DEFENSA-CONGRESO DE DIPUTADOS- 10 OCTUBRE 2.006)
"...Esto nos hace acordarnos de algo que ha olvidado el ministerio y es que en su día se aprobó aquí una proposición no de ley, en concreto el 28 de febrero de 2006, que instaba al Gobierno para que en el plazo de seis meses —que ya han pasado— emitiera un estudio proponiendo medidas de reconocimiento a todos los españoles que realizaron el servicio militar obligatorio y, en particular, de resarcimiento a quienes vieron mermadas sus facultades físicas y a las familias que perdieron algún hijo mientras cumplían el servicio militar. Esperemos que todo no quede en el homenaje realizado por el ministro de Defensa el 17 de mayo pasado a los familiares de los
soldados que murieron en lo que popularmente se conoce como la mili, sino que ese estudio se haga y se proponga. Mientras envían ese estudio, esperamos que el Ministerio de Defensa se posicione claramente a favor de que el tiempo de servicio militar al Estado compute a efectos del cálculo para la jubilación cuando esa propuesta se debata en el Congreso en fechas muy próximas..."
Familiares de soldados muertos en la 'mili' reclaman indemnizaciones
El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, y la cúpula militar rindieron ayer homenaje en Madrid a los miles de soldados de reemplazo que murieron o resultaron heridos mientras cumplían el ya abolido servicio militar obligatorio. Al acto castrense acudieron medio centenar de familiares de fallecidos, que reclamaron a Alonso el estatus de 'caídos en acto de servicio' para sus allegados. Sus reclamaciones pueden resumirse en una: que Defensa reconozca como muertos en acto de servicio a los soldados de reemplazo que fallecieron mientras hacían la 'mili', y que le de a cada uno lo que corresponda. Alonso se comprometió a estudiar y «responder del mejor modo que pueda». Según cifras facilitadas por Defensa, casi 2.000 soldados perdieron la vida entre 1980 y 2000 -los últimos 20 años del servicio militar-, unos cien muertos al año. La mayoría murieron en accidentes de circulación ocurridos en sus desplazamientos entre sus domicilios y los cuarteles, así como en suicidios.
(de la prensa: 17 de Mayo de 2.006) Servicio militar obligatorio y Prestación Social Sustitutoria
A efectos de derechos pasivos, el servicio militar obligatorio y la prestación social equivalente –hoy suprimidos- únicamente se tienen en cuenta, para la determinación de las pensiones de los funcionarios, cuando se hubieran cumplido después de su ingreso en la Función Pública, dado que su cumplimiento suponía el pase a la situación de servicios especiales y, por tanto, el tiempo que duraban se computaba para ascensos, trienios y derechos pasivos, con reserva de la plaza y el destino que se ocupase.
En el caso de que se hubieran prestado antes de adquirir la condición de funcionario, sólo se computa el tiempo que exceda del servicio militar obligatorio, entendiéndose que el periodo de servicio militar no computable, por obligatorio, debe ser aquél que estuviera determinado como tal en la legislación vigente en el momento de su prestación.
Así, el periodo obligatorio de nueve meses de servicio militar establecido por la Ley Orgánica 13/1991, de 20 de diciembre, del Servicio Militar, es de aplicación a quienes estuvieron incluidos en el ámbito de dicha Ley, no teniendo efectos en situaciones anteriores, en las que habrá que atender a la normativa vigente en ese momento. (Fuente: Ministerio de Economía y Hacienda).
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2011 11 26, 3:33 |
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Bona
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Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Reconocimiento de la mili y la Prestación Social Sustitutoria (PSS) como tiempo cotizado a la Seguridad Social a efectos de pensión.La Comisión de Trabajo y Asuntos Sociales del Congreso de los Diputados aprobó hoy por unanimidad una propuesta de CiU para que se reconozca la mili y la Prestación Social Sustitutoria (PSS) como tiempo cotizado a la Seguridad Social a efectos de pensión.
Es importante conseguir este reconocimiento para:
Quienes no alcanzan el período mínimo de 15 años para optar a una pensión contributiva Los que no pueden percibir la totalidad de la prestación social al no alcanzar los 35 años exigidos. En Educación los que no pueden acceder a la jubilación LOGSE por no cumplir el periodo mínimo de cotización Los que no alcanzan el 100% de los haberes por no tener lo 35 años de servicio Los que no pueden acceder a las GRATIFICACIONES POR JUBILACIÓN ANTICIPADA (LOGSE) 2005 A los trabajadores que superan los periodos máximos de cotización no les afecta.
Un millón de pensionistas (exactamente 1.003.069, el 12,5% del total) verán mejorada su pensión, con un aumento medio de 17,61 euros mensuales, si prospera la iniciativa de CiU de que el servicio militar o la prestación social sustitutoria cuenten como tiempo cotizado a efectos de pensión Antecedentes
CiU PIDE QUE EL TIEMPO DEDICADO A LA "MILI" Y A LA PRESTACION SOCIAL SE CONSIDERE COMO COTIZAD0 DE OFICIO MADRID, 22-MAY-04 (SERVIMEDIA)
CiU ha presentado una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados en la que reclama que el tiempo destinado al servicio militar y a la prestación social sustitutoria se considere como cotizado en el historial laboral de todos los trabajadores, sin que sea necesario reclamarlo.
En su iniciativa, el portavoz parlamentario de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, recuerda que para recibir las prestaciones de la Seguridad Social y el régimen general de pensiones del Estado, es necesario solicitar expresamente que se reconozca este periodo.
Esto comporta a menudo, indica, "una pérdida de derechos para todos aquellos que, por desconocimiento o por otros motivos, no efectúen la correspondiente solicitud", por lo que insiste en la conveniencia de que se reconozca de oficio.
Duran argumenta que "miles de ciudadanos tuvieron que dedicar, de forma obligatoria, parte de su tiempo a la mili y a la PSS, y durante ese periodo muchas personas tuvieron que dejar su trabajo o retrasar su entrada en el mundo laboral". Pregunta al Gobierno con respuesta escrita.
Pregunta: BOCG Boletín Oficial de Congreso1o de junio de 2005.—Serie D. Núm. 220
A la Mesa del Congreso de los Diputados Don Carles Campuzano i Canadés, en su calidad de Diputado del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió), y al amparo de lo establecido en los artículos 185 y siguientes del Reglamento de la Cámara, formula al Gobierno la siguiente pregunta, solicitando su respuesta por escrito.
¿A qué conclusiones llega el estudio elaborado por el Gobierno en cumplimiento de la Proposición no de Ley 161/000037, sobre reconocimiento del período de tiempo dedicado a la prestación del servicio militar obligatorio o a la PSS para la percepción de prestaciones? ¿Qué actuaciones, de acuerdo con las citadas conclusiones, piensa llevar a cabo el Gobierno en esta materia y en qué espacio temporal? Respuesta: BOCG Boletín Oficial de Congreso15 de septiembre de 2005.—Serie D. Núm. 257
En cumplimiento de lo establecido en la Proposición no de Ley no 161/000037, la Secretaría de Estado de la Seguridad Social ha elaborado un informe en el que se analiza qué alcance tendría la consideración como cotizado a la Seguridad Social, y a efectos de las prestaciones e la Seguridad Social, de los períodos de tiempo dedicados al servicio militar obligatorio o al de la prestación social sustitutoria. En el mismo, se llega a las siguientes conclusiones:
· El reconocimiento del período de servicio militar o de prestación social sustitutoria, en los términos establecidos en la Proposición no de Ley aprobada por el Congreso de los Diputados, con fecha 27 de septiembre de 2004, implica un mayor gasto que se sitúa en 247,22 millones (en lo que respecta a la aplicación de la medida a las pensiones en vigor) coste al que tendría que añadirse otro de 20,17 millones (respecto de la incidencia de tal medida en las nuevas altas de pensiones), además del producido por la revalorización futura en los nuevos importes ocasionados como consecuencia de la consideración, como cotizados a la Seguridad Social, de los períodos de servicio militar o de prestación social sustitutoria.
· Se trata, en todo caso, de un coste mínimo, calculado sobre la base de las pensiones reconocidas, al que habría que adicionar el coste derivado de las pensiones a reconocer en el futuro, en función de la acreditación del período de carencia (que se derivaría del reconocimiento de los períodos de servicio militar), nuevas pensiones SOVI, etc. Es un coste de difícil cálculo al no disponerse de datos que posibiliten el mismo, pero que, en todo caso, incrementarían, en un intervalo entre el 20% y el 100%, los costes mínimos expuestos en el informe. Además, los costes se verían aumentados, en función de los costes de gestión derivados del gran número de pensiones que habría que revisar, como consecuencia de tal consideración, como período cotizado, del prestado durante el servicio militar.
· Con independencia del mayor gasto, que se consolidaría en el sistema de Seguridad Social, como consecuencia de la aplicación de la medida indicada, ésta se sitúa en contra de los principios de contribución y proporcionalidad, básicos (junto con el de solidaridad) en el sistema de pensiones de Seguridad Social, y cuya acentuación se recoge dentro de las Recomendaciones del Pacto de Toledo, como una de las premisas para la viabilidad y sostenibilidad de dicho sistema.
· Pero, además, es una medida que no favorece a buena parte de los afiliados, por cuanto quienes ya acrediten 35 o más años de cotización no se verían beneficiados con su aplicación, que únicamente mejora los supuestos de menor protección, incidiendo, de forma negativa, en la contributividad del sistema por lo que, puede valorarse la medida de consideración, como contraria a algunas de las Recomendaciones del Pacto de Toledo, de buscar una mayor correspondencia más estricta entre las aportaciones y las prestaciones.
· En cualquier caso, de llevar a cabo la medida indicada, la misma debería quedar circunscrita a la acreditación de los períodos de cotización exigibles, para el acceso a las prestaciones económicas de la Seguridad Social y siempre que la realización del servicio militar hubiese sido posterior al inicio de una actividad laboral, que se vio suspendida por el cumplimiento de la obligación señalada.
· Además, y por aplicación de las recomendaciones del Pacto de Toledo, el coste de la aplicación de la medida del cómputo, como cotizado a la Seguridad Social, de los períodos de realización del servicio militar (o períodos similares) no debería recaer en las cotizaciones sociales, sino a través de la imposición general.
· Por otra parte y como se establece en la propia Proposición no de Ley, una vez que se hayan realizado los oportunos análisis, la problemática del posible reconocimiento de los períodos de tiempo dedicados al servicio militar obligatorio o a la prestación social sustitutoria, se debe abordar a través del diálogo social y en el marco de las recomendaciones del Pacto de Toledo.
· Por ello, será tras el análisis en la Mesa de Diálogo Social, en el marco de las recomendaciones del Pacto de Toledo, cuando se fijen todos los aspectos y variables presentes en la problemática de dicho reconocimiento.
Madrid, 26 de agosto de 2005.–El Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes.
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2011 11 26, 3:37 |
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Aledo
Registrado: 2011 10 30, 1:14 Mensajes: 1599
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Los Quintos y la Mili
Los “quintos” han sido una de las tradiciones más arraigadas en España a lo largo de este siglo, pero sobre todo es en los medios rurales donde su estampa es más familiar y más cercana. Las calles del pueblo tenían un aroma especial, los mozos se apoderaban de ellas con sus coplas, la mayoría de las veces de tono subido o indicando que esa quinta era la mejor de todas. También solicitaban propinas para posteriormente pagarse alguna juerga. Ramiro Álvarez nos cuenta cómo eran los quintos de su época: “... Varios días antes de celebrarse la talla (momento más importante de los quintos, además del sorteo), se iban juntando en pandillas para la víspera de la talla e iban casa por casa pidiendo para comprar una arroba de vino (16 litros). Cuando iban por la calle cantaban coplillas y cada cual daba dinero según sus posibilidades y le daban a beber al que había dado dinero un trago de la garrafa de vino. El mismo día de la talla, los familiares y amigos visitaban la casa del quinto y allí eran obsequiados con pastas, garbanzos tostados, etc.. así como con la correspondiente bebida (vino, mosto, gaseosa, sifón, limonada, etc...) y los visitantes deseaban a la familia que el día del sorteo sacara buen número y estuviera lo más cerca posible de su localidad. También el día del sorteo, el alcalde preguntaba al quinto si tenía algo que alegar a lo que éste podía contestar: Nada. Hijo de viuda pobre. Corto de vista. Pies planos. Tengo un hermano en la mili. Etc. De esta forma algunos de ellos podían librarse de hacer la mili....”.
Francisco recuerda que el día antes del sorteo los quintos cantaban este cantar: “Los quintos somos nosotros, los soldados quiénes serán, en el balcón del Ayuntamiento el domingo por la mañana Santillos lo dirá”.
Normalmente la talla y el reconocimiento tenía lugar en el Ayuntamiento que generalmente estaba lleno por los mozos y sus familiares. El sorteo que tenía lugar al año siguiente, no se realizaba en el Ayuntamiento sino en la Caja de Reclutas de la provincia correspondiente. Allí se iba para saber qué letras habían salido para los diversos destinos. La suerte se echaba entre Africa y la Península, siendo los destinos de Africa los peores, llenando de disgusto y pesar a familiares, novias y amigos. No obstante existía la posibilidad de librarse de cumplir el servicio militar pagando a otros mozos, que reemplazaban al titular. La figura de este soldado recibía el nombre de “soldado de cuota”: Francisco recuerda que por los años que a él le tocó hacer la mili, estos mozos se vendían por 2.000 reales, más o menos.
Mariano Camuñas nos habla de todo esto mientras hace memoria de su época: “... de la talla se encargaba un empleado del municipio, el cual una vez tallado el quinto y vista sana presencia daba el grito de “soldado útil para servicio”. Si presentaba alguna alegación se declaraba “soldado útil pendiente de fallo” a expensas de que la Caja de Reclutas de Toledo finalizara la revisión del expediente. El sorteo se celebraba en la localidad de nacimiento mediante un número por individuo. Los números más bajos se destinaban a Cuba, Filipinas, Guinea, Marruecos, etc... Había también cupos, de forma que los números altos se libraban del servicio. También se permitía la permuta de destinos mediante estipendios convenidos entre ambos reclutas. Más tarde se hizo el sorteo en Toledo, y al igual que antes, los números más bajos eran destinados a colonias...”
Francisco nos comenta: “Mi padre me contaba que en el sorteo de pueblo saco el 18 y en Toledo el 81, le tocó hacer la mili en Marruecos. Esto fue en el año 1918, que estaban en guerra. Paso tres años de mili en guerra, pero lo pudo contar, suerte que no tuvieron otros muchos. De Madridejos, entre otros, falleció el Teniente Infantes, y en su honor existe una calle en nuestro pueblo que lleva su nombre. Yo también hice la mili en Marruecos, en el grupo de Regulares Indígena N 9 de Arcila. El Coronel era de Alcázar de San Juan y se llamaba Antonio Galeras Pan y Agua. Tenía un hermano llamado Alfredo que fue Alto Comisario en Marruecos. En Alcázar existe una calle en el arenal que lleva el nombre de los Hermanos Galeras. Yo pase bien la mili, ya lo dice el refrán “por donde vayas, que de los tuyos haya”. Además, la quinta del 48, que era la mía, solo estuvo 18 meses, no como la anterior que estuvo 2 años u otras que estuvieron 3 años o más”.
Por último qué decir de las numerosas coplillas que los quintos cantaban por el pueblo y en las que alardeaban de ser los mejores quintos o simplemente utilizaban el tono picaresco. Vidal nos hace mención de algunas de ellas: “Todos los cortos de talla, uncidos en una noria, ya que no sirven a la patria, que rieguen las zanahorias.” “El Ayuntamiento de Madridejos, el de los siete balcones, donde nos tiene que ver el médico los coj....” “Las madres son las que lloran que las novias no lo sientes, que quedan cuatro pollitos, y con ellos se divierten.”
Finalmente en 1999 se ha producido el último alistamiento. Es la quinta del 82. La ley ha suprimido el servicio militar obligatorio, dando lugar así a un ejército profesional.
Pero no olvidemos una cosa: decir en un pueblo pequeño que alguien es “quinto mío” suele llevar implícito el concepto de amistad.
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2012 08 28, 9:00 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
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2014 07 17, 7:34 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
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2014 08 11, 1:51 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 ABUELO, ¿QUE ES LA MILI?
General Dávila: Nada hay como el soldado español y mi única aspiración siempre ha sido estar a su altura ABUELO, ¿QUE ES LA MILI?

Me ha sorprendido la pregunta. Mi nieta tiene 15 años y nunca la he visto interesada por los temas militares. En cierta ocasión les conté que cuando era más pequeñita, yo mandaba la Legión, dijo en el colegio que su abuelo era “cojonario”, lo que sorprendió a su tutora a la que hubo que explicar el significado y el porqué de aquél término. Fue la única aproximación al mundo militar que he percibido en ella, por lo que la pregunta,que ahora de sopetón me ha lanzado, además de sorprenderme me ha hecho reflexionar.

Quizá recuerden aquella frase: “Señoras y señores, se acaba la mili”; fue histórica en el año 2001, pero ya es sólo eso, historia olvidada. Anunciaba el fin del servicio militar obligatorio, la famosa “mili”, y significó un cambio de mayor trascendencia del que nos imaginamos.No pretendo hoy valorar los aspectos positivos o negativos de aquella medida; me limitaré a contestar a mi nieta y de camino puede ser que les aclare algún concepto. Suspender el servicio militar obligatorio pudo ser adecuado pero se hizo con imprudente precipitación, sin un estudio previo y riguroso. 99p00xComo es costumbre en España, la medida se adoptó por razones electoralistas, de partido y, para más inri, de manera casual. Ocurrió lo que desde el mando militar se temía, una grave crisis operativa en las Fuerzas Armadas con consecuencias de todo tipo y no sólo por la falta de personal. Pero lo peor de todo es que nos ha dejado ante un claro y flagrante incumplimiento de un derecho constitucional. En contra de lo que se cree el servicio militar no está suprimido sino suspendido. Nadie puede suprimirlo mientras no se modifique la Constitución.

El servicio militar obligatorio ya figuraba en nuestra Constitución de 1812…”Ningún español podrá excusarse del servicio militar cuando y en la forma que fuese llamado por la ley”, decía su artículo 361. Esta prestación fue recogida en las sucesivas constituciones y en contra de lo que se piensa sigue vigente en la actual. Lo que es novedoso en nuestra actual Constitución es considerar la participación de todos en la defensa nacional como un derecho y no sólo un deber. La defensa nacional ha dejado de entenderse un asunto exclusivo de los ejércitos y ahora debe contemplarse como un derecho-deber de todos los españoles.
Dice el artículo 30 de la actual Constitución: 1. Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España. 2. La ley fijará las obligaciones militares de los españoles y regulará, con las debidas garantías, la objeción de conciencia, así como las demás causas de exención del servicio militar obligatorio, pudiendo imponer, en su caso, una prestación social sustitutoria. 3. Podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de fines de interés general. 4. Mediante ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública.

“Deber de defender a España” y “derecho de defender a España”, son un mandato constitucional. El derecho implica la imposibilidad de ser discriminado en el ejercicio de las obligaciones derivadas de ese deber así como la imposibilidad de discriminar a cualquier español en el acceso a las Fuerzas Armadas o a otros cuerpos que participan en la defensa de España.¿Alguien me puede explicar como se está cumpliendo este derecho y deber constitucional? El reservismo no ha logrado dar respuesta al mismo y se ha convertido en algo testimonial sin la necesaria voluntad para desarrollar las enormes posibilidades que ofrece. Escasas las plazas de reservistas, escasas las posibilidades de lograr una, y escaso interés en financiarlo y desarrollarlo. No existe reserva alguna que responda a las necesidades de movilización y la que hay a base del personal profesional licenciado está sin una regulación eficaz y probada.

La actual situación no permite cumplir con el deber de cualquier español de defender a España y menos exigirlo como derecho. Podemos admitir que el servicio militar no venga impuesto por la Constitución y sea sólo una de las posibles obligaciones que el legislador puede utilizar como instrumento para la defensa de España y así entender la actual suspensión, no supresión, de la prestación del servicio militar. Pero lo que no podemos admitir es que el derecho de defender a España que recoge taxativamente el artículo 30 se haya liquidado con una ley de reservistas que limita esta posibilidad a unos cuantos y con enormes limitaciones.

No pretendo volver al sistema de servicio militar obligatorio. Me limito a pedir una regulación seria y eficaz del artículo 30 de nuestra Constitución que permita a los miles de españoles que quieren defender a España desde las Fuerzas Armadas, hacerlo sin más limitación que las necesidades que la Defensa exijan. Los procedimientos para ello existen y los beneficios que se obtendrían para las Fuerzas Armadas aseguran su rentabilidad. La historia militar de España, y la de sus héores, está hecha a base de soldados de reemplazo, del servicio militar obligatorio, que han demostrado con creces su eficacia y enorme valor y capacidad. Hoy suspendida esa posibilidad el soldado español sigue, ahora como profesional, brillando en el mundo entero. En la única convocatoria que hubo durante 2013 para ingresar en las Fuerzas Armadas como personal de tropa y marinería se presentaron 40.216 aspirantes para 1.500 plazas, es decir cerca de 27 por plaza.Que las peticiones aumentan en tiempos de crisis es un hecho pero no la razón definitiva. Sé por experiencia que si se le pregunta individualmente a cada uno de ellos por las razones de su petición la mayoría responderá a los parámetros de amor a su Patria, disciplina, sentido del deber y todas las virtudes que definen la vocación militar. Hay más vocación en los peticionarios que razones de subsistencia económica. La juventud española es así y su decisión de hacerse soldado tiene bases muy sólidas. No hará falta, porque lo saben, que nadie les explique que la disposición permanente para defender a España, incluso con la entrega de la vida cuando fuera necesario, constituye el primer y más fundamental deber de un soldado.

Ninguna otra profesión te exige tanto como tener que dar la vida. Y a eso no se acude por interés económico. Pero además de abrazar la profesión militar como soldado profesional, hay muchos españoles dispuestos a pasar un periodo de su vida, aunque sea breve, en las Fuerzas Armadas y convivir y vivir alrededor de unas virtudes y valores que enriquecerán su sentido de la vida. Y no sólo por unos haberes, que se merecen y altos, sino por servicio a su Patria. El soldado español, el profesional o el del servicio militar obligatorio, no son contratados que sirvan a cualquiera que les pague y no van a la guerra como obreros, sino a servir con su entrega y sacrificio a la vez que ganan gloria, triunfo, victorias y reputación. Ser soldado español es algo distinto a un puesto de trabajo y son muchos los españoles que aunque sea por un breve periodo de tiempo quisieran vivir así. La Constitución se lo exije y se lo permite. Alguien debería dar respuesta a tan noble derecho-deber.Batalla_de_rocroi_por_Augusto_Ferrer-Dalmau

Y he terminado diciéndole a mi nieta que al margen de las leyes y de los reglamentos, la mejor definición de lo que es servir en los ejércitos, del servicio militar, se dio hace ya muchos años…La dio un soldado de la infantería española, aquella a la que se definió como la mejor del mundo. Todo lo que se salga de aquellos versos de Calderón, aunque lo digan las leyes, no es milicia sino otra cosa.
“Ese ejército que ves vago al hielo y al calor, la república mejor y más política es del mundo, en que nadie espere que ser preferido pueda por la nobleza que hereda, sino por la que él adquiere; porque aquí a la sangre excede el lugar que uno se hace y sin mirar cómo nace se mira cómo procede. Aquí la necesidad no es infamia; y si es honrado, pobre y desnudo un soldado tiene mayor calidad que el más galán y lucido; porque aquí a lo que sospecho, no adorna el vestido al pecho, que el pecho adorna al vestido;
Y así, de modestia llenos, a los más viejos verás, tratando de ser lo más, y de parecer lo menos. Aquí la más principal hazaña es obedecer, y el modo cómo ha de ser es ni pedir ni rehusar. Aquí, en fin, la cortesía, el buen trato, la verdad, la fineza, la lealtad, el honor, la bizarría; el crédito, la opinión, la constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son, caudal de pobres soldados; que en buena o mala fortuna, la milicia no es más que una religión de hombres honrados.” (Pedro Calderón de la Barca-Soldado de la Infantería española)
AGOSTO 22, 2014 DE GENERAL DAVILA...General de División (R)http://generaldavila.wordpress.com/2014 ... s-la-mili/
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2014 08 23, 6:57 |
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Bona
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
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2014 11 22, 7:22 |
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allucar
Registrado: 2014 03 04, 1:15 Mensajes: 893
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Hombre............................alguien de "arriba" que nos reconoce y dice que si servíamos para algo y cumplimos con creces............... Y no como los "intelectos" que dicen en nuestro caso.....................que fuímos precursores del Turismo.......... Digo yooooooooooooooo................................
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2014 11 23, 12:43 |
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Bona
Administrador
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Lo que son las cosas,ahora que quiero ir de turista y no puedo por falta de dinero ...manda cojones la cosa 
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2014 11 23, 12:16 |
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allucar
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Ja ja ja ja.............................es verdad Bona.................que bueno.................ja ja ja.
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2014 11 23, 6:01 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
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2014 12 04, 1:17 |
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allucar
Registrado: 2014 03 04, 1:15 Mensajes: 893
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Vale.................y yo me pregunto?????
Los Profesionales................a las dos o las tres de la tarde para su casa.....................
Y los de la Mili.........................24h, 7 días a la semana.................vuelta a las Garitas y Guardia si Guardia también.
ehhhhhhhhh ehhhhhhhhhh ehhhhhhhhhhh.
Y estar allí por la "jeta"???
Que me lo explique alguien porque algo no me cuadra.
Que igual me estoy equivocando......................pero hablo por nuestra Mili allí en "nuestra" Melilla.
Para no dejar dudas.........lo de Guardia si Guardia también.........lo digo porque salías de Guardia y tomaaaaaa
premio...................Cabo Cuartel.
También tengo que decir que no me he leído todo desde el principio.....................
Por cierto si la ponen...........................que sea SIN LIMITES DE EDAD................que me voyyyyy para allá.
YUUUUUUUUUUUUUJUUUUUUUUUUU vuelta al ajo. Pero esta vez me voy pal Tercio..........de Cabo claro.
Bona.................Maño.............Faustino............Miguel............Pedro................KILLO...................perdón si me olvido a
alguien.
Y otra gente que merece la pena............aunque no estén aquí..............
NOS VAMOS PA YA??????????????? PERO JUNTOS EHHHHHHHHHHHH JA JA JA.
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2014 12 06, 1:27 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Yo estoy dispuesto a volver pero si me llevan con Frijolito y Anastasio, Almirante, Bondadoso, Batidor, Caminante y todos los demas
 Anda que no eran bonitos mis mulos,mirad que culos mas hermosos
 Ah y tambien quiero llevar el carro de la comida pero lo conduzco yo, que siempre me tocaba detras y los moritos me querian quitar las ollas de la comida
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2014 12 06, 1:28 |
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miguel 3-93
Registrado: 2014 07 26, 3:58 Mensajes: 468
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Qué razón tienes. Aunque eran 24h. no habían tantos problemas laborales y desde luego mucho menos stress. Muchas veces lo he pensado (lo de volver si se pudiera), sobre todo en éstos años de crisis, currando como esclavos, cobrando una mierda (han bajado mucho los sueldos) y con la constante amenaza del paro. NOS VAMOS PA YA. 
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2014 12 06, 1:40 |
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Aledo
Registrado: 2011 10 30, 1:14 Mensajes: 1599
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
LA MILI
La "Mili" era la forma coloquial de llamar al servicio militar obligatorio. Es una contracción de la palabra milicia. A los que iban a la mili se les llamaba quintos, y el nombre viene de cuando el rey Carlos III impuso esta obligación. Decía la ley que la quinta parte de los mozos de todas las poblaciones deberían realizarlo. En 1999 se produjo el último alistamiento; era la quinta del 82. Se ha suprimido pues el servicio militar obligatorio, dando lugar así a un ejército profesional. Aquella mili con soldados de reemplazo es pura nostalgia, pertenece a una España que ya no existe.
 Soldados españoles de finales del siglo XIX. En la fotografía de la izquierda, dos de tiempos de Alfonso XII. En la otra, soldado en la Guerra de Filipinas
La mili siempre fue algo más que cumplir con los deberes militares. El cuartel supuso un rito de paso en la vida de los jóvenes de entonces, donde se nos reconocían unos derechos que nos permitían ingresar en el mundo de los adultos. La mili, además, constituía un elemento perturbador tanto en el mundo rural como en el urbano, justo en el momento en que iniciábamos o intentábamos encauzar nuestra vida profesional o los estudios académicos.
Pero para otros suponía un "cambio de aires", aprender a leer y a escribir, sacarse el carnet de conducir automóviles, adquirir alguna formación profesional, conocer mundo y relacionarse con gente de otras regiones.

Cumplidos los veinte años, a todos los mozos nos tallaban en el Ayuntamiento, y al que llegaba a la talla establecida y no alegaba ningún impedimento físico o de otro tipo, era declarado "soldado útil para servicio". Así gritaba el empleado municipal encargado de la tarea. Por el contrario, aquel que no daba la talla o presentaba alegación, se consideraba "soldado útil pendiente de fallo" a expensas de los correspondientes reconocimientos médicos y del dictamen del expediente abierto en la Caja de Reclutas, la 141, de Ciudad Real, en nuestro caso.
 Artilugios para tallar a los quintos Además de la baja estatura, enfermedades y defectos físicos graves, pies planos, cortedad de vista o cojera, la viudedad de la madre podía ser otro de los motivos que evitaba al mozo tener que incorporarse al servicio militar si acaso era necesario su concurso para el sustento familiar. Por esta misma razón llegaban a gozar de exención los hijos de padre sexagenario o los que tuvieran ya otro hermano en la mili. En algunas ocasiones, también los mozos casados y con obligaciones familiares, o al menos con reducción del tiempo de servicio.
Examinado el expediente, el mozo pasaba de nuevo por la incertidumbre de que su solicitud se admitiera y fuera declarado inútil total, en cuyo caso se libraba de hacer el servicio militar. Pero existía también el riesgo de que la inutilidad fuera temporal, revisable cada cierto tiempo por si las circunstancias variaban, con la posibilidad siempre latente de ser llamado a filas en otro momento mientras no se tuvieran cumplidos los veintiocho años. Se decía entonces de él que "se había enganchado".
 Dar la talla
Cómo librarse de la mili
Y, he aquí, el curioso escrito dirigido por un mozo ya en filas para librarse de la mili:
“Estimado señor Ministro de Defensa, permítame presentarle respetuosamente el caso siguiente, referente a mi situación personal, con el fin de solicitar mi baja inmediata de mi deber del servicio militar.
Estoy casado con una viuda de 42, la cual tiene una hija de 25 años. Mi padre se ha casado con esta última. En la actualidad mi padre se ha convertido pues en mi yerno puesto que se ha casado con mi hija.
Por consiguiente mi hija que es también mi nuera, se ha convertido en mi suegra, ya que es la mujer de mi padre…
Mi mujer y yo hemos tenido un hijo en enero. Este niño se ha convertido en el hermano de la mujer de mi padre, lo que equivale a ser el cuñado de mi padre. Como consecuencia, es ahora mi tío puesto que es hermano de mi suegra.
Ahora bien, como hemos dicho, ya sabemos que mi hijo es también mi tío.
La mujer de mi padre en Navidades ha tenido un niño que es a la vez mi hermano, ya que es hijo de mi padre, y al mismo tiempo mi nieto puesto que es hijo de la hija de mi mujer. Como resultado, soy ahora el hermano de mi nieto, y como ya sabemos que el marido de la madre de una persona es el padre de esta persona, resulta que soy padre de mi mujer, y hermano de mi hijo. Por consiguiente soy mi propio abuelo.
Por este motivo, Señor Ministro, le ruego que me conceda el derecho a regresar a mi hogar, ya que la ley prohíbe terminantemente que el padre, el hijo, y el nieto sean llamados a fila al mismo tiempo. Confiando en su comprensión, le mando un muy cordial saludo.”
Naturalmente, fue eximido del servicio militar obligatorio con la siguiente mención en su expediente: “Estado psíquico inestable y preocupante, con trastornos mentales agravados por un clima familiar muy perturbador…”

Y no faltaban los casos de hijos de familias ricas o pudientes que se libraban de la mili mediante el pago de cierta cantidad de dinero, de manera legal en tiempos pretéritos y fraudulenta en más actuales.
 Redención del Servicio Militar mediante pago de dinero
La incorporación a filas tenía lugar al año siguiente de haber entrado en caja y de haber sido tallados, se iba al ejército por lo tanto entre los veinte y los veintiún años, pero antes se celebraba el sorteo del lugar de destino. En otros tiempos se realizaba éste en la localidad de nacimiento, en los correspondientes ayuntamientos, con los mozos, familiares y curiosos allí congregados. La suerte se echaba entre la Península, las Islas, Ceuta, Melilla e incluso Cuba, Filipinas, Guinea, Marruecos, Sidi Ifni o el Sahara cuando, según las épocas, algunos de estos territorios pertenecían o estaban bajo la soberanía de España. De antemano, y en el tablón correspondiente, se habían anunciado dos listas, una con los destinos y la cantidad de reclutas que correspondían a cada uno de ellos, y otra con los mozos por orden alfabético y numerados. La distribución se hacía rápida, bastaba con sacar el número del mozo que iniciaba la lista de destinos, y a partir de él todos los demás.
 Sorteo de quintos
El resultado rápidamente corría de boca en boca, y pronto acudían amigos y familiares a las casas para celebrar con gran jolgorio el buen destino o, por el contrario, acompañar en la pena a los padres y novias si había tocado fuera de la Península. Algunas familias lo llevaban francamente mal, y se comportaban como si estuvieran de luto durante todo el tiempo que el hijo estaba en el servicio, pero piénsese, si nos remontamos a bastantes años, que para algunos era la primera vez que salían de su pueblo.
 Antiguo bombo y papeletas de sorteo
Para los quintos, con pena o sin pena, era su día, e incluso su año, pues ejercían de protagonistas en cuantas fiestas y eventos se celebraban. Solían juntarse, gritando por las calles sus canciones de tono subido y pidiendo propinas para pagarse alguna comilona, donde la juerga y el exceso en la bebida —para algunos en otros tiempos casi rito iniciático— era causa de más de un altercado o gamberrada y de que casi siempre dejaran constancia, antes con burdos chafarrinones de brea y más tarde con sprays multicolores, de la pintada que invariablemente proclamaba: "Viva los quintos de 1947", o del año que fuera. De todo ello, sobre todo en los pueblos, decir de alguien que es “quinto mío”, que pertenece a la misma quinta, suele llevar implícito el concepto de amistad.
 Mozos celebrando el sorteo de quintos
 Y también estos otros
Mediados los setenta del pasado siglo, estos vivas rituales de los quintos empezaron a compartir espacio en los muros con pintadas a favor de la insumisión, movimiento pacifista que trajo como consecuencia la ley de Objeción de Conciencia y Prestación Social Sustitutoria.
Evidentemente, en nuestro tiempo no existía ni se reconocía la objeción de conciencia y la insumisión se castigaba con cárcel y posterior servicio militar en batallón disciplinario.

Volviendo al sorteo, hubo en otras épocas unos quintos llamados "de cuota", que pagaban una cantidad de dinero al Gobierno para elegir cuerpo y lugar donde querían hacer el servicio militar, siendo de su cuenta el costearse la comida y la ropa militar. Naturalmente, pocos podían permitirse estos dispendios. Y los hubo también que, habiéndoles tocado África o más lejos, intercambiaban el puesto con otro compañero de mejor destino, con dinero por medio, claro está.

Los voluntarios tampoco entraban en sorteo, elegían Arma y lugar, pero ingresaban con menos edad y estaban más tiempo.
Con los años se fue modificando el Reglamento de Quintas, y una de las primeras medidas fue el no celebrar los sorteos en los ayuntamientos y hacerlo en la Caja de Reclutas de la provincia. También fue progresivamente disminuyendo el tiempo en filas y aparecieron los llamados "excedentes de cupo", gentes que sobraban, que sólo iban a la instrucción durante tres meses y luego les daban permiso indefinido, o que incluso, posteriormente, recibían la cartilla de licenciamiento, sin más ni más.
Esta suerte la hubieran deseado los movilizados durante los años de la Guerra Civil y siguientes, que marchaban pero nunca sabían cuando regresarían, y menos los que lo hicieron en zona republicana, que no les valió el tiempo de contienda y tuvieron después que sufrir sorteo y nueva incorporación al Ejército.
 Mi padre, Valeriano Flores, y mi suegro, Sotero Ossorio, en la Guerra Civil
Otra forma de hacer la mili era ingresando en las Milicias Universitarias. Fueron creadas en 1940, pero los antecedentes se remontan a 1808, cuando 300 estudiantes de la Real Universidad de Toledo, junto al batallón que formaron los entonces cadetes de Artillería de Segovia y otro de estudiantes de la Universidad de Santiago, partieron a combatir al invasor francés. Y durante la guerra civil, estudiantes universitarios, o al menos con el título de bachiller, constituyeron la cantera de los alféreces provisionales en el bando nacional y de los tenientes en campaña en el republicano.
A las Milicias Universitarias tenían acceso todos los mayores de 18 años que cursaran estudios superiores, con el privilegio de elegir Arma y lugar, que habitualmente era el del domicilio. Se realizaba en dos cursos, con dos partes en cada uno de ellos, una primera teórica, compatible con los estudios, y otra práctica, el primer año en campamento y el segundo ejerciendo con el empleo de sargento o alférez en el regimiento elegido.
 Agrupación de la Milicia Universitaria en las Islas Canarias
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2015 01 25, 3:06 |
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Aledo
Registrado: 2011 10 30, 1:14 Mensajes: 1599
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Yo hice la mili en 1971, en el primer llamamiento o reemplazo —entonces eran ya cuatro en el total del contingente anual— y dos años después de lo que correspondió a mi quinta, la del 47, por haber pedido prorroga por cuestión de estudios. Me tocó en la Península, en el Ejército de Tierra, y realicé los primeros meses de campamento en el Centro de Instrucción de Reclutas (CIR) nº 1 de Colmenar Viejo, a unos 36 km. de Madrid, dentro de la 1ª Región Militar.
El 14 de enero —un día infernal de frío— estaba citado por la mañana en la Caja de Reclutas de Ciudad Real, entonces casi al final de la calle de Toledo, en la plaza de España, y hoy Rectorado de la UCLM. Y como no conocía a nadie de Criptana —todos más jóvenes que yo, supongo— acudí acompañado de varios amigos de Ciudad Real, ya que mi novia vivía allí, también llamados a filas y con prorrogas incluso de más años. Nos dieron el petate, las primeras disposiciones y la orden de presentarnos a las doce de la noche, y para nuestro asombro —casi todos íbamos con cierta aprensión por informaciones de amigotes que pasaron antes por la situación, que mitad para darse valor y fanfarronear y mitad por acojonarte, contaban cosas terribles—, tratándonos amablemente y con respeto.
 Antigua Caja de Reclutas de Ciudad Real en el Regimiento de Artillería de Información y Localización, antes sede de distintos regimientos y en su fundación en 1787 Real Casa de Caridad (de la Misericordia)
Pero a la noche cambio todo de color, y los malos augurios se cumplieron con creces. Nos recibió un sargento descerebrado y ya metido en años —su nivel seguro que no daría para más—, que nos mandó que formáramos en fila de tres y nos bajó la moral por los suelos: menos hijos de puta —que yo creo que también—, nos llamó de todo. Allí tuvimos que pasar en fila para que nos dieran el primer chusco y un inmundo brebaje, todo grumos, que decían que era café con leche, y que nos servían desde unos grandes perolos de aluminio en la cazoleta de nuestras cantimploras. Permanecimos en el patio del cuartel mas de tres horas, para luego, en el colmo de la maldad o de la mala leche, trasladarnos andando y en formación hasta la estación del ferrocarril por la ronda que circunvala Ciudad Real, pero, ¡cielos!, en vez de por el camino más corto, ¡no!, al contrario, rodeando toda la ciudad, con temperaturas bajo cero y con una continua agua nieve en todo el recorrido. Llegamos sobre la seis de la madrugada a la estación, donde nos esperaba un tren especial sacado del museo de los horrores, casi diría que veterano en mil y un rodaje de películas de vaqueros, y que no pudimos ocupar hasta la siete, tras habernos antes suministrado dos bocadillos, uno de sardinas en aceite y otro de mortadela, que nos dijeron que era todo condumio hasta la noche. Arrancamos hacia Madrid y Colmenar hacia las ocho, y no llegamos hasta las tres de la tarde, donde nos esperaban unos autobuses para trasladarnos al CIR.
 Primeros pertrechos militares y primera... putada
 ¡Sólo faltó que nos atacaran los indios!
Ese día cayó en Madrid una nevada como no se recordaba desde hacía tiempo, y con esas temperaturas gélidas, calzado no apropiado, y al aire serrano, tuvimos que aguantar todos los allí congregados de las diversas provincias —decían que unos cinco mil reclutas— las primeras arengas patrióticas, órdenes pertinentes de funcionamiento inicial y la distribución por compañías. En esto tuve suerte —no me abandono en toda la mili—, pues pidieron gente que supiera oficios, y como tenía la Maestría Industrial, levante el brazo y me destinaron, aunque separándome de mis amigos de Ciudad Real, a la Compañía 12. Fue verdaderamente providencial.
 CIR nº 1 - Campamento de San Pedro - de Colmenar Viejo
Las impresiones de los primeros días no fueron demasiado malas. Se comía aceptablemente —los comentarios sobre Colmenar coincidían en que era el CIR más grande y cuidado, de España—, en el desayuno arramplaba con varios estuches de mantequilla que dejaban mis compañeros de mesa, y las cenas, que eran las mas flojas y daban libertad para pasar de ellas, no iba al comedor y las hacía con los de Ciudad Real en la cantina, que era barata, con buenos bocatas y trasegando vino de San Fernando, el único a la venta. O en la compañía con lo que traía del pueblo y guardaba en la taquilla. Muchas veces también con porras que pasaban vendiendo en una furgoneta, recién hechas, mojadas en café o chocolate de máquinas expendedoras que había por doquier.
 http://www.entredosamores.es/campo%20de ... fajina.mp3 "Soldadito de España no tengas pena, que al toque de fajina, barriga llena".
 Comedor de reclutas
El plan de trabajo consistía en gimnasia e instrucción por la mañana, con un bocadillo sobre las once, invariablemente de mortadela, y por la tarde la clase teórica y tiempo libre.
 El bocata de mortadela de media mañana
Además de la cantina, teníamos un pequeño economato para realizar nuestras compras —de tabaco negro, sólo Mencey— y un salón bastante amplio para cine, con proyección de películas no muy antiguas y sin repetirlas ningún día.

Se tocaba diana por la mañana a las siete, y tras vestirnos rápidamente, formábamos en el exterior, se izaba la bandera, se pasaba lista y leían las órdenes del día.
http://www.entredosamores.es/campo%20de ... /diana.mp3
http://www.entredosamores.es/campo%20de ... lencio.mp3 "Quinto levanta, tira de la manta. Quinto levanta, tira del colchón, que viene el sargento con el cinturón..."
Después, antes del desayuno, teníamos un tiempo para el aseo. Los retretes eran del tipo de plato turco, los manteníamos bastante limpios y era obligatorio el papel higiénico, cuya compra corría por nuestra cuenta y guardábamos en la taquilla. Hoy podría parecer todo esto surrealista, pero en esos tiempos no era muy raro utilizar papel de periódico, que atascaba los desagües, y no te dejaba el "ojete", precisamente, en estado de revisión.
 Los retretes
El toque de bajada de bandera era a las ocho de la tarde, y el de retreta para recogerte en la compañía a las nueve, también en formación y con nuevo pase de lista y lectura de los servicios del día siguiente. Podía tocarte guardia, que era el peor, cocina o limpieza, bien de la propia compañía o en instalaciones generales. A mí, a los pocos días me toco cocina. ¡Una enormidad! Cualquier cosa que se diga siempre quedará escasa. Ollas exprés cuya tapa se levantaba con grúa. Descomunales perolas que necesitaban varias personas para manejarlas. Miles de platos para lavar y secar, que aumentaban si el postre era arroz con leche, por ejemplo. Todo el día acarreando legumbres, enormes trozos de carne o cajas de pescado; pelando y cortando patatas, cebollas y todo tipo de verduras, y sobre todo barrer, barrer y fregar continuamente, pues los cocineros ayudados por soldados veteranos allí destinados, todo lo tiraban, ¡cabronazos!, al suelo. Terminabas reventado y después de las diez, cuando ya se había tocado silencio y todos estaban acostados. La única recompensa era ponerte como el "kiko" de comer todo lo que quisieras, incluso las exquisiteces que preparaban los cocineros para ellos.
 La cocina
Ese día que estuve en cocina cortaron el pelo a todos los reclutas de mi compañía y repartieron la ropa de soldado, el "kaki", con lo que me tocó estar con la mía propia y con largas greñas un tiempo más. La gente me miraba como a un bicho raro, pues éramos poquísimos los que deambulábamos por el campamento de tal guisa. Los de Ciudad Real me tomaban el pelo y me preguntaban si estaba enchufado de algún alto capitoste o general.
 El corte de pelo
El 25 de enero nos hicieron el reconocimiento médico, y todo lo que se cuenta sobre ello es verdad. Tras las pruebas de rigor, vino el tanteo de los cojones y las vacunas, y entre ellas, ¡cómo no!, la famosa en la espalda. Puestos en fila, con el torso al descubierto, iban pasando soldados enfermeros sucesivamente: el primero te daba un brochazo de yodo, mojando, cual pintura se tratara, de un bote; otro iba clavando las agujas, que sacaba de una lata cuadrada de envase de carne de membrillo, en la espalda, y por último, después de tener la banderilla clavada un buen tiempo —alguno se mareó—, llegaba el del enorme jeringón, que aplicándolo en las agujas clavadas, suministraba la dosis indicada.
 Los terribles jeringones

La Compañía estaba al mando de un capitán, que tuvimos la suerte que fuera "poco militar", nada estricto en disciplina. Su máxima aspiración era tratar de hacernos la vida más agradable, dentro de las posibilidades que él podía manejar, y sobre todo, conseguir que aprendieran a leer y a escribir un gran número de compañeros —yo mismo estaba sorprendido y me llamaba la atención que en esos años pudiera suceder tal cosa— que eran analfabetos o casi.
 La entrada a la Compañía y la taquilla
El teniente —teniente Colmenar, por cierto—, famoso en todo el campamento, era todo lo contrario, militar hasta la médula, paracaidista, boina verde y no sé cuantas cosas más, pero buena gente y noble. Llevaba prácticamente la compañía, y de él se contaban historias que mezclaban actos de valor y cabal cumplimiento de sus deberes militares con otros de rebeldía a sus superiores, por lo que estaba allí medio confinado y sin el ascenso a capitán que por su edad correspondía. La oficialidad la completaban dos alféreces de complemento, naturalmente jovencísimos, que continuamente estaban desbordados. Ayudaban varios cabos chusqueros, reenganchados de quintas anteriores, que eran precisamente los peores, haciendo bueno el dicho ese de "cuando a un tonto se le da un látigo…". Esta figura de los reenganchados o chusqueros se contemplaba entonces, y como máximo se llegaba después de años de servicio profesional a brigada.
 Las literas
La gimnasia, a cargo del teniente Colmenar, claro —él lo llevaba todo—, resultaba extenuante. Corría y saltaba como una cabra, y aún seguía con fuerzas cuando toda la compañía estaba por los suelos, derrengada.
 La gimnasia
La instrucción, tan consustancial con el ejército: aprender a formar, a desfilar, hacer los giros, los movimientos con el fusil, conocer las órdenes de mando y toques de cornetín y corneta, a mí me parecía una tontería y una pérdida de tiempo; al fin de cuentas, todo consistía en que desfiláramos bien el día de la Jura de Bandera. Sólo cuando lo hacíamos con música o cantando nosotros, resultaba agradable. Para colmo, muchas veces terminábamos castigados, corriendo con el CETME en alto y con el teniente cabreado —os podéis imaginar—, y todo por culpa de los más de un niñato gilipollas e inconsciente que tenía por compañeros —en esto se notaba mucho la diferencia de edad—, que no sabían distinguir entre un momento de broma y otro de seriedad, y que la mitad de las veces o estaban en babia o eran tontos del culo, sin el más mínimo indicio de coordinación en los movimientos, que cambiaban el paso continuamente, y que cuando ordenaban girar a la derecha, por ejemplo, atropellaban al resto y giraban a la izquierda.
 La instrucción
En las clases teóricas se aprendía el funcionamiento y limpieza del fusil CETME y poco más. Bastaban un par de días, pero con el personal de la clase... Cuando eres del grupo de los más espabilados existe el peligro de que los otros se mofen de ti o que te tengan más respeto. Yo creo que pasó esto último, y también por parte de los oficiales.
 Fusil de asalto CETME
Cuando el Ejército recibió el fusil de asalto CETME en 1957, su creador, El Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales (cuyo acrónimo da nombre al fusil), creía haber logrado una de las mejores armas del mundo por su diseño y potencia de fuego. Su empleo en 30 naciones y medio siglo de servicio les ha dado la razón y lo ha convertido en mítico. Sustituía al anticuado rifle Máuser, y hoy él, a su vez, esta siendo sustituido por el G-36, fabricado por la firma alemana Heckler & Koch.
 Mosquetón Mauser
Nuestra compañía, además de contribuir con reclutas en los servicios de guardia, cocina y limpieza (supongo que en menor proporción que otras), era la encargada del mantenimiento, para ello fuimos seleccionados cuando pidieron gente con oficio. Se formaron brigadas de carpinteros, electricistas, fontaneros, albañiles..., y la suerte fue que nuestro capitán necesitaba colaboradores para poner en marcha ciertas ideas que le bullían en mente; pidió delineantes, personal con experiencia en oficinas y gente que supiera dibujar y pintar. Y allí que me presenté yo con otros siete, no sin el recelo de que me tomaran el pelo con la broma típica tantas veces oída, la de aquel que acude a la convocatoria de los que sabían escribir y le entregan una escoba para barrer.

No fue así, pues nos dedicamos a hacer las orlas de varios reemplazos, estadillos, encuestas, organigramas, acondicionar una sala de lectura, catalogar los libros y decorar la compañía, especialmente con un gran mural en el frente del dormitorio de reclutas: don Quijote embistiendo al rebaño de ovejas, creyendo ver él a un ejército enemigo. Yo llevé, aprovechando una salida de fin de semana, a los quince días de estar allí, una edición del Quijote con la famosa escena que nos sirvió de muestra, e igualmente los materiales de pintura y pinceles necesarios. Pero el verdadero artista era un compañero, Clemente, del que me hice muy amigo; yo solamente le ayudaba. De otro amigo de aquel grupo, un tal Montesinos, supe luego que lo había pasado muy mal en el cuartel al que fue destinado, ya que tenía antecedentes penales por estar metido en política y haber sido detenido por la policía en alguna huelga de estudiantes.
 Boceto del mural que pintamos en la Compañía 12 del CIR de San Pedro, en Colmenar Viejo: Don Quijote envistiendo a los que creía soldados de un ejército enemigo
 Amigos en el CIR de Colmenar Viejo. Yo soy el de la derecha
Lo importante de aquella comisión especial es que nos hicimos muy amigos de todos los mandos y nos librábamos multitud de veces de ir a instrucción, e incluso de ir a hacer prácticas de tiro en el cerro de San Pedro, a unos cuantos kilómetros. Claro, que de esto último, el resto de la compañía sólo fue una vez, ya que a la segunda, y debido a la cantidad de nieve acumulada, a punto estuvieron de sufrir un grave percance. La tercera vez que estaba programado ni se intentó.
 El cerro de San Pedro en verano y en invierno
Lo de las nieves fue permanente durante casi todo el tiempo de campamento. Para darse una idea baste con decir que cuando llegamos nos encontramos con una costra de hielo sucio en el suelo y la entrada de la compañía con dos escalones; luego, cuando mejoró el tiempo a finales de febrero y desheló, aparecieron otros más. Y es que el intenso frío fue casi problema de supervivencia. Por las noches bajaba la temperatura hasta 10 o 15 grados bajo cero, y la única forma de combatirlo era cerrar a cal y canto las ventanas —la zorrera que se formaba, todos fumando, era impresionante, y andábamos fatal de la garganta—, acostándote vestido, incluso con más ropa que durante el día, bebiendo coñac —todos guardábamos la botella en la taquilla, aunque estaba prohibido— y remetiendo bien las mantas y tapándote hasta el cocote, sin moverte para no desabrigarte. Menos mal que no hubo ningún gracioso que te quitara las mantas, porque hubiera supuesto congelación segura, como le ocurrió a uno haciendo guardia, que al hacer el relevo se lo encontraron muerto. Otro también murió de meningitis.
 CIR de Colmenar. Se pueden apreciar las escalerillas de entrada a las compañías. A la derecha, la amiga con la que nos acostábamos todas las noches
Se habla siempre de la mili en términos amables —Qué risa, lo mal que lo pasamos—. Del pasado permanecen los buenos recuerdos y a los malos siempre se les termina por encontrar algún acomodo Pero verdaderamente, en Colmenar, en el primer reemplazo del año 71, el frío fue un problema bastante serio.
Durante el día, la salida del sol daba un alivio, pero muchas veces teníamos que ponernos el tres cuartos, no el nuevo de salir a la calle, el de "bonito" como allí se decía, si no otro cochambroso y guarro del que salían lascas de mugre si apalancabas con las uñas, Parecíamos el ejercito de un país bananero, el que pintaba Ivá en la Puta mili. Tengo fotografías con las cejas y los mocos helados que parecemos estar en Siberia. Claro, que la fotografía más particular y que todo el mundo guardamos es aquella con nuestra cara en un duro de los de papel.
 ¡Como en Siberia! De los agachados, yo soy el de la izquierda
 Y la famosa fotografía del duro Debido al mucho ejercicio, al aire y al sol entre nieves, adelgacé y me puse súper bronceado en invierno. En el primer rebaje de fin de semana que pude ir a Ciudad Real, mi novia cuando me vio, y además con tan poco pelo, decía que parecía un marine americano. La vuelta desde Ciudad Real al campamento la hice varias veces en un taxi que me enteré que hacía ese servicio. Era un coche muy grande, de esos que llamaban un haiga, americano, con trasportines acoplados. Nos traía a diez soldados y a las seis de la mañana del lunes nos dejaba en las mismas puertas del campamento. La entrada era sigilosa, y con enseñar el carnet de soldado los que estaban de guardia te daban acceso.
 Entrada al CIR de Colmenar
No ocurría igual con las multitudinarias salidas, que te hacían formar para pasar una rigurosa revista de ropa, uñas, pelo, botas y demás historias, y que, desgraciadamente, a muchos echaba para atrás. La impresión que yo tenía de todo esto es que cuando más te puteaban y te trataban como a un perro era cuando estabas fuera del ámbito de tu compañía: estas revistas, las guardias, la cocina..., y más si el que estaba al mando era un chusquero.
Alguna vez hubo también revista o revisión de taquillas, pero creo que hacían la vista gorda y era una mera formalidad.
 Mi carnet de recluta
Dos veces a la semana, por la tarde, en ropa de deporte o con sólo los calzoncillos, y con la toalla y el jabón en la mano, íbamos a las duchas, que estaban un poquito apartadas. Nos enjabonábamos rápidamente en unas piletas —el intenso frío obligaba a hacerlo— y corriendo, todos en pelotas, pasábamos por un largo pasillo con chorros de agua a presión y muy caliente —la única en todo el campamento— que salían de las paredes. Terminabas medio escaldado.
 Preparados para las duchas
El tema del sexo estaba controlado. Con las espuertas de bromuro que debían echar en la comida, el frío, y el sólo ver tíos, apenas si te ponías.
Uno de los momentos más esperados del día era cuando repartían la correspondencia. Había que estar muy atento porque la leían muy rápido y prácticamente la lanzaban al aire. Si tenías, todo era alegría; si no, ... melancolía.

Dos veces tuve problema con la gorra. La primera, con la de campaña, que me la quitaron en la cantina. Ir sin gorra era una falta gravísima. Y además, ¿cómo saludabas a los mandos sin ella? Pero en pocos minutos me pusieron en contacto con la mafia de veteranos que las vendían, usada naturalmente pero no "capada" (era una broma, más bien putada, que consistía en romperte el plástico interior de la visera) y casi seguro que robada por ellos o por su camarilla. Tenían montado así, ¡cabrones!, su negocio. La segunda, con la de paseo o "bonito", en Madrid, en un fin de semana, que me la deje olvidada en un bar cercano a la estación de Atocha. Me di cuenta cuando estaba ya bajando a la estación del metro, pero volví corriendo y allí estaba. ¡Menos mal!, porque esa vez sí que hubiera sido grave. ¡Cómo me presentaba el lunes en el campamento sin ella! Y después de todo, qué suerte tuve de no cruzarme con alguien del Ejército o con "Pili y Mili", los de la PM (policía militar), que merodeaban frecuentemente por Atocha y me hubieran emplumado.
Aquello me dejo marcado durante años. Salía de mi casa y siempre tenía la sensación de que algo me faltaba, y hasta que hacía un repaso y apreciaba que era la obsesión por la gorra no me tranquilizaba.
 Los uniformes de campaña y de paseo (invierno y verano) y sus gorras
A pesar de la nieve, un día a finales de febrero salimos de maniobras por la zona, cerca del embalse de Santillana, con comida de campaña en el macuto y el "chopo", o mejor la "novia" (el Cetme) bien agarradito. Nos separamos en tres grupos al mando del teniente y los dos alféreces, y por caminos distintos y orientándonos con una brújula y el mapa correspondiente tuvimos que reunirnos de nuevo en un paraje indicado. Salió todo bien y fue un día agradable y de camaradería.
 Aquel día de maniobras
En el campamento hice el curso de cabo, aunque el examen se realizaba ya en los destinos. Y precisamente con el destino me siguió acompañando la suerte. Mi amigo Luís Perucho estuvo en el Regimiento Mixto de Ingenieros nº 1, en Madrid, y le fue muy bien; otro amigo, José María García-Casarrubios —ambos de Criptana—, como tenía derecho a elegir por ser maestro, pidió estar con él, y yo, para no ser menos, en una encuesta que nos hicieron sobre diversas cuestiones, en la de preferencia de Arma y cuartel del Ejército ese fue el que indiqué sin mucho convencimiento. Y ese fue el que me concedieron y dieron a conocer unos días antes de prestar juramento de fidelidad a la Bandera.
La Jura, el 28 de marzo, salió perfecta, emocionante, con las familias presentes, que fueron invitadas posteriormente a visitar el acuartelamiento y a un aperitivo en los comedores. Después, un permiso de tres días.
 La jura de la bandera
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2015 01 25, 3:20 |
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
La incorporación a los cuarteles, el 1 de abril, se hizo rápida y bien organizada: cada uno de nosotros sabía en dónde tenía que concentrarse y en qué camión subirse para el traslado. Después de pasar lista y estar completo, el vehículo salía a su destino. La casualidad fue que el conductor era un viejo conocido de Herencia, compañero de estudios, y de familia de camioneros como las mía, Abengoza.

Al llegar al cuartel nos hicieron formar y nos volvieron a tratar como a putos reclutas; el pase a veteranos aún tardaría. Nos quedaba más mili, según el dicho, "que al palo de la bandera", o de comer aún muchísimos chuscos. Así que, otra vez vuelta a empezar, con el bocazas del sargento de turno mentándonos a nuestra madre a más de otras lindezas.
 “Cuando yo me incorporaba, tú recluta te reías porque he dejado a mi novia que era lo que más quería. Hoy las cosas han cambiado, recluta calamidad, y la novia de un recluta con un veterano va. Quinto peluso no llores más, mira tu “padre”, mira tu “padre”, qué alegre está…”
Menos mal que vino a rescatarme mi amigo José María para llevarme a su compañía —ya lo tenía todo arreglado—, la de Plana Mayor y Servicios. Muchas veces este tipo de ayuda valía más que la de un general. Además él, ya cabo y veterano de la quinta anterior, tenia cierta “mano” por desempeñar un cargo curioso dentro del organigrama del cuartel, el de Visita de Hospital, cargo que heredó del otro amigo, Luís, y que luego a su vez me traspasaría a mí.
 Mis amigos de siempre José María García-Casarrubios y Luis Perucho. Primero Luis, luego José María y yo por último, fuimos pasando los tres por el Regimiento Mixto de Ingenieros nº 1 y por el cargo de "Visita de Hospital". ¡Era un chollo!
El cuartel, en la carretera de Extremadura, Cantón de Carabanchel-Campamento de Madrid, Acuartelamiento de San Fernando, pertenecía a la División Acorazada Brunete nº 1, y era muy conocido por tener en la puerta como garita para el soldado de guardia un pequeño castillo, símbolo del arma de Ingenieros. Su coronel entonces, don Guillermo Díaz del Río Jáudenes. En 1988 desapareció de la zona y hoy se encuentra en la Base Cid Campeador en Castrillo del Val (Burgos).
 Instalaciones abandonadas del Regimiento Mixto de Ingenieros nº 1 - Cuartel de San Fernando
 Detalles del pequeño castillo, símbolo del arma de Ingenieros, que servía de garita, y de la puerta de entrada. A la derecha, emblemas de la División Acorazada Brunete, del arma de Ingenieros y del Regimiento Mixto de Ingenieros nº 1
Aparte de mi compañía, donde estaban todos los enchufados —muchos ni aparecían por allí— había un batallón de Zapadores y otro de Transmisiones, que se encargaban de agilizar el movimiento de la División e impedir la del enemigo. Sus tareas incluían la construcción de caminos y puentes, tendido de campos de minas, detección y limpieza de obstáculos y establecimiento de comunicaciones tácticas entre las unidades. Casi siempre estaban de maniobras y apenas si teníamos relación con ellos. A mi cuartel pertenecían todas las grandes máquinas, pontones y puentes barcaza que salían en los desfiles del 12 de octubre, entonces Día de la Raza. Y otra compañía, medio pirata, era la de los "Vikingos" —así la denominábamos—, que iban por su cuenta, tenían horarios distintos, estaban rebajados de todo servicio y los tenían como mano de obra para construir un polideportivo para los mandos militares. Los veíamos subir por la mañana en camiones, con una pinta de brutos tremenda, y luego regresaban bien entrada la tarde.
 Vehículo lanzapuentes "Leguan"
Las primeras semanas fueron bastante jodidas, pues aunque salía a las dos de la tarde y me iba a casa, tenía que volver al toque de retreta y dormir en el cuartel. Todas las mañanas seguíamos haciendo instrucción —los reclutas, claro— y el cabo furriel parecía que la tenía tomada conmigo: me chupé en nada de tiempo tres guardias, un retén y una imaginaria vigilando el dormitorio de la compañía, el tercer turno de cuatro para más coña, que te partía la noche y ya no podías conciliar el sueño.
 De nuevo la instrucción
Las guardias duraban 24 horas, alternándose dos en puesto (que iba variando a lo largo del día) y dos de descanso ininterrumpidamente. En el Cuerpo de Guardia, a la entrada del cuartel, había literas, mesas, sillas, armero y nunca faltaba por la noche un perol grande de café caliente y otro de coñac, éste por reminiscencias, supongo, de tiempos de guerra, cuando se mandaba a los soldados al frente de batalla embravecidos por una ardiente arenga y por cantidades ingentes de alcohol. Hoy dicen que se recurre a substancias sicótropas.
 Cuerpo de Guardia
El peor puesto durante el día era la garita de entrada, pues tenías que parar a todo el que pretendiera acceder, y en caso de ser oficial del ejército, avisar con tiempo al cabo de guardia para efectuar el saludo reglamentario, Cuando llegaba el coronel del cuartel, aún peor, pues ya debía estar formada toda la guardia, con oficiales, sargento y tropa. Por la noche cualquier puesto daba "yuyu" cuando te quedabas solo, y más si alguien se acercaba y le tenías que gritar aquello de: "¿Quién va?" Y en caso de no ser reconocible y no contestar a la petición de: "¿Santo y seña?" (se daba la consigna todos los días en el Cuerpo de Guardia), disparar sin contemplaciones. De todas maneras, en mi cuartel, a pesar de que ya ETA existía, la disciplina estaba bastante relajada, y prueba de ello es que salvo dos balas que metías en el cargador del Cetme, el resto hasta diez te las daban en un liote con gran cantidad de vueltas de papel celo alrededor. ¡Vaya, que para unas prisas!
 Regimiento Mixto de Ingenieros nº 1.
Una de las garitas de vigilancia y zona del depósito elevado de agua, también con puesto de guardia Pero cierto es que terminar la guardia era un relajo. El toque de relevo significaba la alegría para unos y, claro, la "jodienda" para otros.
 "Guardias venid, venid, venid, guardias llegad, llegad, llegad, unos irán al polvorín otros irán a la Principal. Si tienes guardia, jódete que yo también la tuve ayer..."
Sí se ponía todo patas arriba cuando le tocaba el cargo de capitán de semana a Fermín Manso, de Zapadores, estricto a rajatabla en las ordenanzas militares y el coco del cuartel. No olvidaré que uno de aquellos primeros días, terminamos todos los que teníamos servicio de retén para emergencias arrestados en prevención, por el delito de no llevar el material que manda la reglamentación, que sin lugar a dudas no era de incumbencia de la tropa.
 Esperando turno en el Cuerpo de Guardia
Al poco, y gracias a mi amigo José María, me dieron destino de escribiente en oficinas. Todas estaban bajo el mando del capitán Amillo Figueroa, de mi compañía, la de Plana Mayor y Servicios. Era un gran tipo, distante pero muy amable y correcto, y prácticamente el "amo" del cuartel, pues además de ser el jefe de todo ese negociado administrativo y burocrático, era público que pertenecía al poderosísimo entonces y temido SI, el Servicio de Inteligencia del Ejército.

Mi oficina era la Sección 1º (S-1), nada siniestra, todo lo contrario, con fauna (algunos de los nombres no son los verdaderos) de variado pelaje: en primer lugar el jefe, el capitán Vadillo, entrañable donde los haya y ya mayor, que nos trataba como a hijos. Se jubiló aquel año después de haber entrado en el ejército durante la guerra civil. Le seguía por orden de graduación, que no por responsabilidad ni por capacidad de trabajo —no daba ni golpe—, el brigada Malinas, que todos los días abría el armario del material de escritorio —nosotros administrábamos y servíamos a todas las dependencias y cogía un "puñao" de folios, cuadernos, lapiceros, bolígrafos, borradores o incluso sacapuntas, y con todo el morro del mundo decía: "Je, je, para la niña". Debía tener el tío una librería en su barrio y del cuartel se llevaba el material. ¡Negocio redondo! Otro que tal bailaba era el también brigada Olmedo, que dicen que “asaltaba a mano armada” todos los días los almacenes de la cocina, y no sólo por llevarse el pan, al cual creo que tenían derecho oficiales y suboficiales. También el surtidor de gasolina (para las máquinas y los vehículos militares, no para los particulares); pero en esto creo que abusaba hasta el coronel. El sargento Hernández era el único suboficial que se ganaba el sueldo en la oficina, por lo menos tenia varias tareas a su cargo.

El resto éramos tropa, variando continuamente según los reemplazos, pero entre los más peculiares: mi amigo el cabo José María, que no pisaba por allí casi nunca, pues andaba escaqueado, de permiso, ejerciendo el cargo de Visita de Hospital o haciendo el curso de Cabo 1º. Arrieta, vasco, que a la segunda semana de estar allí fue separado debido a que alguien denunció su simpatía con Eta; inmediatamente regresó, ya que el delator erró de plano: resulta que era sobrino de la entonces alcaldesa de Bilbao y seguidor de Blas Piñar.
De todos los de oficinas, como manejábamos información sensible que podía ser utilizada para fines perversos, pedían referencias; el Ayuntamiento de Criptana mandó a casa de mis padres un alguacil para rellenar una encuesta.

Más compañeros: Vaquero y Cabrerizo, uno cacereño y el otro conquense, ambos maestros e igual de raro el uno que el otro. El cabo Jiménez, sustituto en lo del hospital cuando José María estaba de permiso. Almeida, del que conocíamos todas sus andanzas amorosas, y especialmente la forma de las tetas de su novia Maripuri. Olivares, manchego de Daimiel y enchufado del capitán Amillo ("De Daimiel, somos de Daimiel...", le cantaba, parodiando el himno de su pueblo); me lo encontré al cabo de los años trabajando en una tienda muy conocida y especializada en materiales de encuadernación, propiedad de la familia del capitán. El cabo Gutiérrez, mi sustituto a su vez en el cargo famoso del hospital, y al que luego cedí yo los trastos cuando me licencié, pero de eso aun queda mucho. Pensé antes cederlo —la cosa se hacía así, siempre que Amillo estuviera de acuerdo— a uno de Criptana que ya no he vuelto a ver más, a Pepe Mascaraque, pero estaba en una compañía de Zapadores y era muy complicado el traslado.
 ¡Viva el trabajo!
Éramos los soldados los únicos que dábamos el callo en la S-1; aunque tampoco había demasiadas cosa que hacer y perdíamos el tiempo miserablemente día tras día. Pienso ahora en los que no tenían un destino fijo, nada que hacer mientras no les tocara algún servicio, en lo torturante y aburrido que podía ser el tiempo estando manga por hombro, en las tardes interminables en la cantina para los que no eran de Madrid, aficionándose a la bebida y al juego.
Mi principal cometido en la S-1 era rellenar las Cartillas Militares; tengo pues el honor de haberme yo licenciado a mí mismo, con mi puño y letra. Los de mi quinta fuimos el último año que la teníamos verde; luego cambiaron de formato y eran de color blanco
 Cartillas Militares. La verde fue mi reemplazo, el del 47, el último que la tuvo, pero como hice la mili con dos años de prorroga, conviví con los que ya la tenían blanca
La cocina en el cuartel era buena. Tenían presupuesto para unos setecientos soldados y no comían más de cien, los que estaban de servicio cada día y pocos más. Yo la probé, pues eso, los días que tuve que quedarme allí obligatoriamente. Sé de un suboficial, por circunstancias que no vienen al cuento, que tras su mes reglamentario de cocina ingresó en su cuenta bancaria trescientas mil pesetas, ¡de aquellos años! ¿Alguna gratificación especial, acaso?
La vida en la mili cambió totalmente para mí cuando a las pocas semanas me concedieron el pase pernocta —¡ya podía dormir en casa!—, conseguido también con mi ya proverbial "potra" o más bien previsión: aunque vivía solo en Madrid desde hace años, estaba censado en Criptana en la casa de mis padres, y nunca me había preocupado en cambiarme de censo; afortunadamente sí lo hice unos meses antes de ingresar en el ejército.
 Mi "pase pernocta", renovado de un primero concedido en mayo de 1971. Lo de vivir en Madrid con mis padres me lo inventé; yo vivía solo, y mi nombre constaba en el censo como cabeza de familia
Otra de mis previsiones fue ahorrar lo suficiente para poder pagarme desayuno, comida y cena y seguir corriendo con todos los gastos de mi casa. Recuerdo —eran otros tiempos— que llegué a reunir ochenta y tres mil pesetas.
Me tenía que levantar temprano, y el transporte hasta el cuartel lo hacía primero en el metro, hasta la estación de Ópera, y allí, a las espaldas del Teatro Real, cogía el Bus 39 que me dejaba en la misma puerta del Regimiento.
 Situación del Regimiento Mixto de Ingenieros nº 1
El 14 de mayo me examine para cabo y, declarado apto, el 7 de junio fui ascendido a ese empleo con antigüedad del día 1. Otro cambio fundamental, pues inmediatamente fui nombrado Visita de Hospital, ya que mi amigo José María fue ascendido al empleo de cabo 1º, y con la recompensa añadida de disfrutar de 15 días de permiso por cada dos meses en el cuartel, además de quedar rebajado de cualquier otro tipo de servicio. Aquello de llevar galones —los compré en una tienda de efectos militares que había junto al metro de Campamento— significó asimismo que pasaba de recluta a veterano o padre. Con el tiempo llegué a ser el más antiguo de la oficina, el abuelo, el cabo-comandante de la S-1.
 Nombramiento de cabo
 Carnet de cabo renovado del inicialmente concedido con fecha de 1 de junio de 1971. Galones de hombrera del empleo de cabo
El cargo de Visita de Hospital era muy peculiar. Consistía en ir todos los días al hospital militar Gómez Ulla, visitar a los enfermos ingresados del cuartel, fueran oficiales, suboficiales o tropa —muchas veces no había nadie—, interesarse por ellos, realizar los encargos que te solicitaran y hacer un informe por escrito al capitán Amillo sobre la evolución de la enfermedad y estado anímico del ingresado. Muchos soldados aprovechaban en la mili para operarse de deformaciones en los pies, juanetes fundamentalmente, pues tenían fama los cirujanos del Gómez Ulla en esta especialidad.
 Nombramiento (algo deteriorado) del cargo de Visita de Hospital
La visita estaba programada para las tarde, pues a las seis y media un comandante nombrado cada semana como Visita de Hospital de toda la División pasaba revista a los que íbamos de cada cuartel, que teníamos además que poner nuestro nombre y firma en un libro de registro: "Por el regimiento Mixto de Ingenieros nº 1, el cabo José Flores". Sin embargo yo, que era el único cabo —en otros cuarteles realizaba esta función un teniente o un sargento— la realizaba por la mañana, como habían hecho todos mis antecesores. Me salía del cuartel a las doce, con mis trinchas (correajes) puestas, pues iba a de servicio aunque no fuera de armas, con mis credenciales que daban fe del cargo, sin miedo al sargento de guardia que te pudiera hacer revista de pelo, botas y demás historias y negarte salir, y por supuesto sin ningún miedo a la policía militar, que es más, me saludaban con todo respeto.
 Antiguo Hospital Militar Gómez Ulla
Me iba andando hasta el metro de Campamento, y desde allí al de Carabanchel, y justo enfrente estaba el hospital. Realizaba la visita si es que teníamos algún enfermo, firmaba el libro de registro que ponían a la una y media —alguna vez tenía que esperar y siempre era el primero— y rápido me marchaba a casa. Nunca pasó nada, pero siempre tuve, incluso después de acabar la mili, el temor a que me llamaran para pedirme cuentas, aunque, eso sí, el servicio lo cumplía perfectamente.
La visita se complicaba si acaso el enfermo era oficial, por el respeto y trato debido, pero eso ocurrió dos veces y fueron ambos amabilísimos conmigo.
Todos los soldados cobraban por aquella época creo que unas ochenta pesetas al mes, los cabos ciento cincuenta y yo otras mil más por lo del hospital, que luego pedí me subieran a mil quinientas y me lo concedieron. Me pagaba el sargento Barriga, que hacía honor a su apellido y era el secretario de Amillo. También me suministraba tacos de billetes del metro.
 Salida del Metro de Carabanchel con la mole al fondo de las nuevas instalaciones hospitalarias
Los cabos 1º eran entre otras cosas los encargados de dirigir la instrucción por las mañanas, y cuando le tocaba de semana a mi amigo José María, trataba de ayudarle y hacer bulto porque la mitad de la gente se escaqueaba y él podía incluso sufrir arresto. Coincidió una vez con la anunciada visita del general de la División, y había que preparar una parada militar en su honor. Nos ejercitábamos con la ayuda de dos cabos gastadores que alguna otra compañía nos prestó y desfilando con marchas militares que ponían por los altavoces. El último día con la propia banda del Regimiento y con los toques reglamentarios de un sargento turuta, ya mayor éste, con no demasiadas luces, que incluso recibió reprimendas delante de todos del —¡cómo no!— capitán Manso.

Aprendimos el himno del Arma de Ingenieros:
"Soldados valerosos del Arma de Ingenieros cantemos a la Patria con recia fe y amor. ¡Arriba nuestro lema!: "Lealtad y Valor". El Santo Rey Fernando nos guía y nos protege, Castillo con trofeos, de roble y de laurel, nos da su fuerza y gloria, triunfaremos con él. Con fortaleza, lealtad y valor, gloria a España, al Ejército y al Arma, los Ingenieros, daremos con ardor..."
El padre de mi novia murió en Madrid, ingresado en un hospital, en el mes de Agosto, y no fui durante tres días al cuartel. Llamé por teléfono al sargento Palacios, de mi compañía, y fue suficiente. Ignoro si en otros cuarteles hubiera bastado con la llamada o me tendría que haber presentado por la mañana para pedir el correspondiente permiso. Desde luego, la ley militar prescribe situación de alerta a la primera falta, indagaciones a la segunda, y declaración de prófugo a la tercera, con lo que se da orden de busca y captura para el ingreso en prisiones militares o en batallones disciplinarios.
Ya trabajaba por aquella época en el Colegio Salesianos Atocha, y cuando llego el mes de septiembre me pude reincorporar a dar clase, aunque sólo por la tarde. Iba vestido de soldado, pues no tenía tiempo ni para comer. Me levantaba temprano y desayunaba fuerte, al estilo inglés. No faltaban los huevos fritos con jamón o beicon, arenques ahumados, café con leche, galletas y fruta. ¡Muchísimo!, pero ya sólo tomaba una merienda cena cuando llegaba a casa y me acostaba pronto.
 Vista aérea del Regimiento Mixto de Ingenieros nº 1
Había disfrutado de dos turnos de vacaciones y en Navidad también pude ir a Criptana, hasta el 1 de enero, pues el 2 me incorporaba al cuartel. Fue la primera vez que pasaba el día de Reyes en Madrid, solo, y bastante triste, sin que el roscón que me compré para mí solito pudiera evitarme la melancolía.
 Mi penúltimo permiso
Pero todo tiene su fin, y a principios de marzo de 1972 me llamó el capitán Amillo y me comunicó que no podía licenciarme sin hacer una guardia como cabo, que era lo tradicional. Y la hice, el día 5 de ese mes entraba a las ocho de la mañana en el Cuerpo de Guardia para no salir hasta el día siguiente a la misma hora, y nada menos que con el capitán Fermín Manso de semana. El evento se proclamó en la correspondiente Orden del Día y también circularon carteles de mano anunciando la "corrida". Triunfo absoluto con salida a hombros.
 Orden del 4 de marzo de 1972 anunciando mi guardia de cabo para el día siguiente. Fue la primera y la última, y casi la despedida de la mili
 Cartel de mano que circuló anunciando la corrida (mi guardia de cabo) con afamados toros astifinos de don Fermín Manso. Orden de mi última Visita de Hospital
El 8 de marzo cumplí con la última Visita de Hospital, me fui una semana de vacaciones y el 15 volví para entregar toda la ropa, incluidos los calzoncillos y las magníficas botas, despedirme de mandos y compañeros y recoger la cartilla que yo mismo había ido rellenando y ahora me entregaban firmada con la licencia y un mes antes de lo que me correspondía. Bien que en ella se especifica: licenciado el 15 de abril de 1972 con Servicio Eventual en la 1ª Región Militar y paso a la situación de reserva para el 15 de enero de 1973. Adscrito a la Zona de Reclutamiento y Movilización nº 11 de Madrid, en el cuartel Infante Don Juan de paseo de Moret 3
 La licencia y las botas
En este cuartel tenía que haberme presentado todos los años —en los pueblos se hacía en el de la Guardia Civil— para pasar revista, ya que la licencia no era definitiva hasta que no pasaran dieciocho años y en cualquier momento te podían movilizar. Nunca lo hice.
Estuve en la mili exactamente catorce meses, muy distinto de los ocho años que se hacían en 1800 o de los dieciocho meses del no tan lejano 1968. http://www.entredosamores.es/campo%20de ... tana9.html
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2015 01 25, 7:02 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
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2015 02 11, 12:53 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
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2015 02 14, 9:50 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
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2016 01 18, 1:43 |
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Bona
Administrador
Registrado: 2011 10 29, 7:44 Mensajes: 44689
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Cuando la mili se hizo en la guerra España inluyó unos 150 jóvenes reclutados forzosamente en el contigente militar que envió a la primera guerra del Golfo, ocultando su misión real cuando estalló el conflicto
 La cantante Marta Sánchez, junto a un grupo de marineros de la fragata 'Numancia', donde dio un concierto de Navidad en 1990http://www.publico.es/politica/mili-hizo-guerra.html
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2016 01 18, 2:03 |
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Bona
Administrador
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
 Donde os tocó servir a la patria ... como os enterasteis de vuestro fatal destino ?
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2016 02 11, 2:27 |
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miguel 3-93
Registrado: 2014 07 26, 3:58 Mensajes: 468
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 Re: BREVE HISTORIA DE LA MILI
Yo tenía que ir en el 91 y me tocó Baleares, pero tenía dos años de prórroga por estudios, al siguiente me tocaba Melilla y el sorteo de verdad ya no quise mirarlo en el periódico, lo tenía claro y acerté, Melilla.
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2016 02 11, 11:40 |
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